Río de Janeiro, 4 may (EFE).- El presidente brasileño, Luiz
Inácio Lula da Silva, afirmó hoy que le entregará a su sucesor el 1
de enero de 2011 un país con una economía en "situación muy
favorable", con un crecimiento de más del 5% en 2010, y que le
hubiera gustado recibirlo así cuando asumió su primer mandato en
enero de 2003.
"Puedo afirmar que dejo una situación muy favorable. Por primera
vez en los últimos 50 años nuestro país está combinando crecimiento
económico con inclusión social y democracia política, algo
extraordinario", aseguró Lula en una columna publicada semanalmente
por diarios regionales y en la que responde a preguntas de lectores.
Según el jefe de Estado, entre 2003 y 2009 Brasil tuvo un
crecimiento económico promedio del 3,6% al año, por encima del
promedio de las décadas anteriores.
"Este año vamos a crecer más del 5%. Incluso muchos economistas
ya están proyectando un 6% o más", agregó el mandatario.
Lula dijo que desde el inicio de su mandato Brasil generó 12,4
millones de empleos formales y que superará los 14 millones en
diciembre, antes de entregarle el cargo a su sucesor.
"Gracias, entre otras iniciativas, a los programas sociales y a
los aumentos reales del salario mínimo, 24,1 millones de personas
salieron de la situación de pobreza y nada menos que 31 millones
ingresaron en la clase media", afirmó.
Agregó que el fortalecimiento del mercado interno y el elevado
nivel de las reservas internacionales del país, que llegan a 245.000
millones de dólares, le permitieron a Brasil superar la peor crisis
mundial en los últimos 80 años sin mayores pérdidas.
"Incluso con esa crisis no pedimos ni un centavo prestado a
instituciones financieras internacionales y hasta la prestamos
14.000 millones de dólares al FMI (Fondo Monetario Internacional)",
aseguró.
"Sinceramente me habría gustado asumir mi mandato, en 2003, con
la economía brasileña en estas condiciones", concluyó.
El sucesor de Lula será elegido en las elecciones de octubre en
las que los favoritos, según las encuestas, son el líder opositor
José Serra y la ex ministra de la Presidencia Dilma Rousseff,
apoyada por el mandatario.
Pese a que, según los economistas, Brasil cerrará el año con un
crecimiento superior al 5% y una inflación de cerca del 5,5%, las
cuentas externas y fiscales comienzan a mostrar señales de
deterioro.
La crisis, que redujo la producción industrial en 2009 y
consecuentemente la recaudación de impuestos, obligó al Gobierno a
conceder exenciones fiscales a varios sectores, lo que desajustó las
cuentas públicas.
Brasil registró el año pasado una caída del 45,1% en su superávit
fiscal primario frente al alcanzado en 2008 y el superávit del
primer trimestre de este año apenas equivale al 2,11% del Producto
Interior Bruto (PIB), tasa muy abajo de la meta que se impuso el
Gobierno de cerrar el año con un ahorro en sus cuentas públicas
equivalente al 3,3% de su PIB.
El ministro de Hacienda, Guido Mantega, admitió hoy además que
Brasil debe cerrar este año con un déficit en su balance de pagos
(intercambios con el exterior) equivalente a entre el 2,2% y el 2,3%
del PIB. EFE