Washington (EE.UU.), 26 ene (EFE).- El anuncio de la venta de
Saab parece ser el primer acuerdo que General Motors consigue desde
que sus problemas económicos se agravaron en 2008 pero a la vista de
su reciente historial, el comprador Spyker no podrá respirar
tranquilo hasta que el acuerdo se cierre en febrero.
Esta es la segunda vez en pocos meses que General Motors (GM)
anuncia la venta de Saab. La primera vez que GM "vendió" el
fabricante sueco fue en junio de 2009.
Entonces, GM dijo que había vendido Saab a otra marca sueca,
Koenigsegg, un productor de vehículos deportivos de lujo casi
desconocido para el público general, que sólo emplea 45 personas y
no produce más de 20 automóviles al año.
Pero en noviembre, los directivos de GM anunciaron que Koenigsegg
había cancelado la operación y que no quedaba otra solución que
cerrar la histórica marca sueca. Nadie ofreció verdaderas razones
del fracaso del acuerdo, que contemplaba la inyección de centenares
de millones de euros por parte del Gobierno sueco.
GM dijo que estaba decepcionado y sólo Koenigsegg argumentó de
forma vaga que los retrasos para cerrar el acuerdo habían causado
"riesgos e inseguridades" que le impedían ejecutar con éxito el
nuevo plan de negocios para Saab.
La cancelación de la venta fue un duro golpe para los
trabajadores suecos pero tampoco dejó a nadie con la boca abierta.
Quizás porque los que se podían sorprender todavía no habían salido
de su asombro con la cancelación del acuerdo para que Magna se
hiciese con el control de Opel.
La venta de la joya de la corona de General Motors había sido
duramente negociada durante meses por el equipo del anterior
consejero delegado de GM, Fritz Henderson, con las autoridades
europeas y el fabricante canadiense de componentes Magna.
Con la multitud de piezas en su lugar, el 4 de noviembre el
consejo de administración de GM decidió cancelar el acuerdo para
enfado del principal afectado, el Gobierno alemán, que había
proporcionado centenares de millones de euros a la operación para
garantizar la supervivencia de la marca.
La decisión fue tomada por el presidente del consejo de
administración de GM, Ed Whitacre, contra la opinión de Henderson.
Precisamente ayer, Whitacre anunció que a partir de ahora ocupará de
forma permanente el puesto de consejero delegado que había asumido
de forma temporal tras la salida de Henderson.
GM justificó la cancelación de la venta de Opel por la mejora de
la situación del sector y la empresa desde que decidió poner a la
venta la marca germana.
Las idas y venidas con Saab y Opel no han sido las únicas que ha
protagonizado GM en los últimos meses.
En junio de 2009 también llegó a un acuerdo para la venta de la
marca Saturn a Penske Automotive Group, el segundo mayor
distribuidor de automóviles del mundo.
De nuevo, pocos meses después, el 30 de septiembre y el mismo día
previsto para el cierre de la operación, Penske dijo que finalmente
no adquiriría Saturn, lo que provocaría el cierre de 340
concesionarios y la pérdida de más de 13.000 puestos de trabajo.
En esta ocasión, la razón esgrimida por Penske fue que un
fabricante de automóviles, que no identificó, se negó a proveer
vehículos para su venta a través de la red de concesionarios de
Saturn, lo que le impedía cerrar el acuerdo.
Hay una más. GM también puso a la venta la marca de todoterrenos
Hummer. Y ha acordado su venta a la empresa china Tengzhong Heavy
Industrial Machinery. El problema es que la transacción todavía no
se ha cerrado, esta vez porque las autoridades chinas no han
aprobado la operación.
Desde que Whitacre se deshizo de Henderson en diciembre de 2009,
el directivo ha repetido de forma categórica que GM cerraría Saab y
muchos han señalado que el antiguo presidente de AT&T teme que
empresas chinas o rusas se hagan con tecnología para competir contra
GM.
Con estos antecedentes es difícil que Victor Muller, el
propietario de Spyker, dé por seguro un acuerdo que Whitacre nunca
se ha mostrado deseoso de cerrar. EFE