José Manuel Sanz
Bruselas, 11 dic (EFE).- España recibe de Suecia las riendas de
la Unión Europea con la reconstrucción de la economía del bloque
como prioridad absoluta y una nueva arquitectura institucional aún
por estrenar.
La reunión que ayer y hoy han celebrado en Bruselas los líderes
europeos ha puesto las balizas para la presidencia rotatoria de la
UE que volverá a ejercer España a partir del 1 de enero, por cuarta
vez desde su adhesión en 1986.
La recuperación de la economía y el empleo aparecen como absoluta
prioridad para los próximos seis meses tras una crisis que los
Veintisiete no han dudado en considerar la más dura desde la Gran
Depresión de 1930.
El nuevo presidente estable del Consejo Europeo, el democristiano
belga Herman Van Rompuy, y el presidente del Gobierno español, el
socialista José Luis Rodríguez Zapatero, que "cohabitarán" al frente
de la UE el próximo semestre sincronizaron perfectamente sus relojes
anoche.
Antes de la reunión con sus colegas, Van Rompuy y Zapatero
acordaron la convocatoria para principios de febrero, en cuanto esté
instalado el nuevo equipo de comisarios de José Manuel Durão
Barroso, de una cumbre informal de los jefes de estado o gobierno
para hablar de reformas económicas.
Se trata no sólo de prevenir nuevas crisis financieras de efectos
desastrosos, sino de reorientar el modelo de crecimiento, para
crecer más, de manera más respetuosa con el medio ambiente y los
recursos, y de devolver a Europa su ventaja en la gran competición
mundial.
La estrategia de reformas diseñada en Lisboa en el año 2000 se ha
revelado un fiasco, sus ambiciosos objetivos de crecimiento, empleo
e innovación no se han alcanzado, y la Unión corre un serio peligro
de ser adelantada por algunas potencias emergentes.
El hecho de que la dirección del proceso de reformas le
corresponda a España, un país con el doble de desempleo que la media
europea y un modelo productivo que se ha demostrado insostenible,
lejos de ser una paradoja puede convertirse en una baza de éxito.
El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero,
ha reiterado en Bruselas su voluntad de encaminar el modelo interior
en la misma dirección hacia la que Europa apunta: reformas
estructurales, mercado laboral eficiente, economía verde, mayor
competencia, y prioridad a la educación y la innovación.
Las conclusiones de la cumbre de Bruselas abogan además por "una
nueva reflexión" sobre la manera de dirigir y evaluar las necesarias
reformas.
A este respecto, los gobernantes europeos coinciden en que los
cambios institucionales introducidos por el Tratado de Lisboa pueden
ayudar esta vez a cumplir las promesas y a alcanzar los objetivos.
El Consejo Europeo se ha convertido, en efecto, en una
institución propiamente dicha, con capacidad por lo tanto para tomar
decisiones jurídicas y no solamente políticas como hasta ahora.
Ateniéndose a la letra del tratado, el primer ministro sueco,
Fredrik Reinfeldt, ha ensayado además un formato reducido de reunión
que ha funcionado.
Los líderes han hablado a solas sin ministros ni colaboradores,
como modernos caballeros de la tabla redonda europea.
Después de un comienzo un poco frío, según ha confesado uno de
los protagonistas, el encuentro se ha ido animando y ha dado lugar a
un intercambio muy fructífero.
En él, por ejemplo, se han conjurado los socios para defender en
público en sus respectivas ruedas de prensa al colega griego,
Giorgos Papandreu, cuyo gobierno lucha contra el vaticinio
injustificado de una bancarrota inminente.
El papel de las agencias de calificación de riesgos, que no
vieron venir el colapso financiero y ahora se permiten poner nota a
los gobiernos que sufren las consecuencias, ha merecido durísimos
comentarios de varios líderes.
Los máximos responsables han acordado por lo demás que serán
ellos quienes piloten en los próximos meses, personalmente, la
reflexión sobre las reformas y la adaptación de la economía europea.
El presidente de la Comisión Europea, Durão Barroso, ha dado la
"bienvenida" a la propuesta de una cumbre monográfica en febrero
sobre estos temas y ha destacado la importancia de que los jefes de
Estado o de Gobierno hagan suyo el plan hasta 2020.
"Queremos que el Consejo Europeo se sienta dueño de la sucesora
de la estrategia de Lisboa para que exista un mayor compromiso. Éste
no es un tema de ministros de Economía o de otros ministros", ha
asegurado Barroso, quien acudirá al Parlamento Europeo la próxima
semana para empezar a preparar los debates. EFE