Teresa Bouza
Washington, 9 may (EFE).- Los estados del Golfo de México
redoblaron hoy los esfuerzos para contener el avance de petróleo a
tierra firme tras el intento fallido de British Petroleum (BP) de
detener el derrame con una enorme caja de acero y cemento.
El vertido, que puede convertirse en el peor de la historia de
Estados Unidos, amenaza con provocar un desastre económico y
ecológico en las playas, refugios salvajes y centros de pesca del
Golfo de México.
Esa posibilidad ha cobrado más fuerza después de que BP,
concesionaria de la plataforma que se hundió el 22 de abril,
reconociera ayer que la caja para recolectar el petróleo no había
funcionado debido a la cristalización de agua y gas en la tubería
que debería de transportar el crudo hacia un barco en la superficie.
La mancha, mientras tanto, avanza imparable hacia la costa tras
tocar tierra el jueves en las islas Chandeleur, ubicadas en el
estado de Luisiana (EE.UU.) y consideradas un tesoro ecológico.
El periódico Biloxi Sun Herald informa hoy de la presencia de
bolas de alquitrán en la isla Dauphin de Alabama que la Guardia
Costera cree proceden del derrame que comenzó tras la explosión el
20 de abril de la plataforma operada por BP que se hundió dos días
más tarde y yace ahora en el fondo del mar.
De ahí que las autoridades de Alabama trabajen este fin de semana
para mantener el vertido contaminante alejado de la Bahía de Mobile,
en un intento por proteger el noveno mayor puerto del país.
Para lograrlo, han construido una gran barrera flotante con una
doble puerta en el medio que permita la entrada de barcos, que serán
inspeccionados antes de acceder al puerto para detectar posibles
restos de petróleo en sus cascos.
Las autoridades portuarias del estado esperan que los trabajos
finalicen entre esta noche y primera hora del lunes.
Las barreras flotantes han resultado útiles para controlar los
vertidos cuando el mar está en calma pero son menos eficientes
cuando hay temporales, ya que el petróleo puede colarse por encima y
debajo de las barreras impulsado por las olas y el viento.
A los trabajos en Mobile, se suman, entre otros, los de la
flotilla de diez barcos de la Guardia Costera que trabajan en el
delta del río Misisipi para eliminar los restos de petróleo,
recurriendo a métodos como el rociado de líquidos disolventes.
Esos químicos fraccionan el petróleo en pequeñas partículas que
son ingeridas posteriormente por bacterias.
El empleo de cientos de miles de litros de esos productos ha
generado controversia ya que aunque los químicos no son tan tóxicos
como los que se utilizaron durante los grandes derrames de la década
de los setenta todavía tienen un efecto nocivo sobre áreas sensibles
como los bancos de corales.
BP por su parte sigue trabajando también en la búsqueda de
soluciones para controlar un derrame que escupe diariamente al mar
unos 800.000 litros de petróleo (más de 5.000 barriles), según las
estimaciones oficiales.
La compañía baraja la posibilidad de añadir metanol en la caja
para impedir que agua o gas congelados taponen la tubería de la caja
recolectora. Además, sigue analizando fórmulas para activar la
válvula que permitiría el sellado del pozo petrolífero y que falló
cuando se produjo la explosión.
El máximo responsable de BP, Tony Hayward, asegura en una
entrevista publicada hoy por el diario británico Sunday Telegraph
que la empresa podría estar gastando unos 10 millones de dólares
diarios en las tareas de limpieza en marcha, por encima de los seis
millones previstos inicialmente.
La región del Golfo acoge grandes extensiones de manglares
críticas para el frágil ecosistema de la región que se ven
amenazados por la presencia de crudo en las aguas.
Se calcula que alrededor de 2.000 kilómetros de manglares se
concentran en los estados que afrontan un mayor riesgo por el
vertido como Luisiana y el extremo sur de Florida. EFE
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