Marcel Gascón
Bucarest, 7 may (EFE).- Rumanía se despertó hoy consternada por
la dureza del plan de austeridad impuesto al Gobierno de Bucarest
por el FMI para controlar su endeudamiento, y que incluye un fuerte
recortes de las jubilaciones, de los sueldos de los funcionarios y
de las ayudas que reciben los desempleados.
El presidente Traian Basescu, que asumió personalmente el
liderazgo en las negociaciones del Ejecutivo rumano con el Fondo
Monetario Internacional (FMI), anunció ayer que los salarios de los
funcionarios bajarán a partir de junio un 25 por ciento.
Y por si fuera poco, las jubilaciones y las ayudas a los parados
serán recortados un 15 por ciento, con el objetivo de contener el
déficit presupuestario y mantenerlo dentro del límite del 5,9 por
ciento pactado con el FMI.
Las consecuencias de estas medidas se prometen dolorosas en un
país donde los funcionarios perciben como media unos 500 euros
brutos, mientras que la pensión mínima es de tan sólo 85 euros.
"Mejor nos dan cianuro", manifestó hoy el líder del sindicato de
pensionistas, Preda Nedelcu, mientras que el opositor Partido Social
Demócrata habló de "genocidio social".
"Estas medidas empujarán a la población hacia una acción social
más intensa que en Grecia, porque se verán afectados los ciudadanos
con los ingresos más bajos", dijo el líder sindical Bogdan Hossu.
Según Basescu, la única posibilidad de evitar estos recortes era
una subida generalizada de los impuestos, lo que calificó como la
alternativa de la "desconfianza".
El prestigioso economista y ex ministro de la Reforma Ilie
Serbanescu coincidió hoy en que el recorte es "necesario" aunque
anticipó que a pesar de su dureza no será suficiente.
"Irá acompañado de una subida de los impuestos", aseguró el
antiguo político en declaraciones a Efe en Bucarest.
"La consecuencia es clara: bajará el nivel de vida. Si la medida
se hubiera tomado en 2009 el coste habría sido menor", afirmó
Serbanescu y calificó de "insostenible" las fuertes subidas de
salarios y pensiones realizadas entre los años 2004 y 2008.
Una misión del FMI visita estos días Rumanía para evaluar si el
país cumple los compromisos pactados en mayo de 2009 cuando recibió
un crédito internacional de emergencia de 20.000 millones de euros.
El PIB per cápita de los 22 millones de rumanos alcanza apenas
una cuarta parte de la media comunitaria, aunque el endeudamiento es
uno de los más bajos de la UE, con el 23 por ciento del PIB en el
año 2009.
Pese a su dureza, el recorte anunciado no será la única medida de
ahorro para bajar el déficit público que la Comisión Europea ve más
cercano al 8,5 por ciento del PIB que a ese 5,9 por ciento.
Fuentes de la negociación entre las autoridades rumanas y el FMI
han declarado a la prensa que hasta final de año el país ex
comunista deberá aligerar su enorme sector público en un 10 por
ciento, con lo que 140.000 funcionarios perderían su empleo antes de
2011.
Basescu fue muy plástico ayer al comparar el enorme sector
público rumano con un hombre que pesa 200 kilos y que se sienta
sobre los hombros de uno de 50 kilos, es decir, la economía rumana.
A pesar de ser más pesado, el gordo "quiere comer cuando ve el
plato con comida, y no le deja nada al flaco", dijo el presidente.
Mientras, el paro ya duplica el registrado en 2008 al superar el
8 por ciento y llegará, según el FMI, al 10 por ciento este año.
En este contexto alarmante, las buenas noticias son pocas y
menguantes. El pronóstico de crecimiento económico inicial del 1,3
por ciento para este año ha sido revisado a la baja por el FMI al
0,8 por ciento, después de que Rumanía cerrara el 2009 con una
recesión en torno al 8 por ciento.
En los años anteriores a la crisis, el país balcánico había
creció entre el 5 y el 8,5 por ciento del PIB.
Con todo, se anuncia un verano de protestas y malestar social por
unas medidas de austeridad difícilmente reversibles.
Es que Bucarest no quiere llegar a ser Atenas, y para ello
necesita el acuerdo del FMI para poder hacerse con los 8.000
millones de euros del crédito que aún debe recibir hasta 2011. EFE