BARCELONA, 19 oct (Reuters) - El Gobierno en funciones de España rechazó el sábado un llamamiento al diálogo del presidente de la comunidad autónoma de Cataluña sobre la ola de violencia provocada por el encarcelamiento de nueve líderes separatistas, mientras la policía se preparaba para nuevas protestas.
Barcelona sufrió el viernes su peor noche de disturbios urbanos en décadas, cuando jóvenes enmascarados bloquearon las calles con contenedores de basura en llamas y lanzaron piedras contra las fuerzas de seguridad. La policía respondió disparando repetidas descargas de granadas de humo y gas lacrimógeno.
El presidente del Gobierno catalán, Quim Torra, dijo a la prensa que la violencia de esta semana no reflejó la naturaleza pacífica del movimiento independentista catalán y pidió sentarse a conversar con Madrid.
"Instamos al presidente del Gobierno español en funciones a sentarse en una mesa de negociaciones a dialogar", dijo a los periodistas.
El presidente de España en funciones, Pedro Sánchez, le contestó que primero debe condenar rotundamente los disturbios.
"El Sr. Torra debe condenar rotundamente la violencia, cuestión que no ha hecho hasta el momento", dijo Sánchez en una declaración, añadiendo que también necesita tender puentes con los muchos catalanes que no quieren la secesión.
El Gobierno de España en funciones reiteró que "el problema de Cataluña no es la independencia, que no se producirá, porque no es legal, ni la quiere la mayoría de catalanes, sino la convivencia".
Unas 300 personas han sido detenidas en los enfrentamientos que han estallado en toda la región desde el lunes, cuando el Tribunal Supremo de España condenó a largas penas de prisión a nueve dirigentes catalanes que organizaron un referéndum prohibido sobre la independencia de Cataluña en 2017.
El grupo juvenil radical Arran llamó a una nueva jornada de protestas a las 6 p.m. (1600 GMT) contra la "violencia policial" y para pedir la "libertad de todos los presos políticos".
La policía dijo temer que se reeditaran los enfrentamientos y aconsejó a los comerciantes del centro de la ciudad que cerraran sus establecimientos durante la protesta.
El de la independencia es un tema muy controvertido en Cataluña, una comunidad autónoma con unos 7,5 millones de habitantes que cuenta con su propia lengua, parlamento y bandera.
Una encuesta realizada en julio que muestra que el apoyo a la secesión es el más bajo en dos años, con un 48,3% de la población en contra y un 44% a favor.
Los principales partidos españoles se han negado sistemáticamente a permitir la celebración de un referéndum de independencia en la región, aunque los socialistas de Sánchez han dicho que están abiertos al diálogo sobre otras cuestiones.
CIENTOS DE DETENCIONES
Torra dijo a principios de esta semana que Cataluña debería celebrar una nueva consulta sobre su independencia de España en el plazo de dos años. El sábado dijo que se respetaría la voluntad del pueblo. "Llegaremos tan lejos como el pueblo de Cataluña quiera llegar", dijo.
El ministro del Interior en funciones de España, Fernando Grande-Marlaska, culpó a los separatistas catalanes por la violencia y dijo que las fuerzas de seguridad estaban gestionando los enfrentamientos de manera adecuada.
"Se está controlando la situación. Hay una violencia importante, grave, organizada, (...) pero reitero que no estamos desbordados", dijo después de visitar a los policías heridos en el hospital.
Las autoridades sanitarias dijeron que 182 personas resultaron heridas a lo largo de toda la región, 152 de ellas en Barcelona. Unos 17 policías también necesitaron tratamiento hospitalario en la ciudad.
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que no apoya el movimiento secesionista, dijo que Barcelona "no se merece lo que estamos viviendo", añadiendo que las aceras han sido destrozadas y cientos de cubos de basura incendiados durante los disturbios.
Barcelona es la segunda ciudad más grande del país, la cual atrae a millones de turistas al año. Tres carreteras de la ciudad permanecieron cerradas el sábado debido a los daños, con algunos visitantes extranjeros sorprendidos por el caos y conmocionados por lo acontecido.
"Llegamos aquí y nos quedamos como: '¡Oh, Dios mío!'. La calle frente al hostal estaba en llamas", dijo Flynn Winstanley, de 18 años, trabajador de una bodega de Margaret River en Australia.
(Información de Jessica Jones; Editado por Crispian Balmer; Traducido por Darío Fernández en la redacción de Gdansk)