Por Julia Payne
LONDRES, 12 feb (Reuters) - Los mayores operadores de petróleo del mundo están invirtiendo cientos de millones de dólares en proyectos respetuosos con el medioambiente, como parques eólicos, plantas de generación de energía con estiércol de vaca o el conocido como "hidrógeno azul", con la esperanza de igualar los beneficios que obtienen actualmente con la compraventa de petróleo.
La industria energética en su conjunto se enfrenta a un momento crucial ante la necesidad de avanzar hacia un futuro con menos emisiones de dióxido de carbono, viendo como aumenta la presión de inversores, Gobiernos, activistas y fuentes de financiación para encontrar un modelo de negocio sostenible.
Para los agentes petroleros el desafío es todavía mayor, ya que sus márgenes de beneficios se han visto reducidos debido al aumento de la competencia, el estricto control de los reguladores y la creciente demanda de transparencia de la industria.
Firmas como Vitol y Trafigura ya han invertido partidas presupuestarias en parques eólicos, hidrógeno, energía solar, vehículos eléctricos, biocombustibles y biometano como posibles sustitutos del petróleo, que históricamente ha sido su gran fuente de beneficios.
Pero al igual que las grandes productoras internacionales de petróleo, aún no han dado con su nuevo modelo de negocio para un futuro respetuoso con el medioambiente.
"Nadie ha descubierto todavía cómo hacer dinero", comenta Jean-Francois Lambert, de la consultora Lambert Commodities. "Los operadores todavía están tanteando el terreno".
Los operadores se ganan la vida explorando oportunidades de obtener grandes beneficios con el suministro de energía, explotando negocios que otras empresas no logran detectar o que consideran demasiado arriesgados.
Estas oportunidades son escasas en el sector de las energías renovables.
"Los proyectos de energías renovables están alcanzando una fase en la que pueden ofrecer atractivas propuestas de inversión, pero hay demasiado capital detrás de un número limitado de proyectos", dijo el consejero delegado de Vitol, Russell Hardy. "Encontrar el proyecto adecuado al precio adecuado no es fácil".
Por su parte, los cambios en el sector financiero también contribuye a la sensación de urgencia por dar con nuevas fuentes de negocio.
El banco francés Natixis (PA:CNAT), por ejemplo, fue el primero en introducir penalizaciones financieras internas en septiembre a los negocios que no son respetuosos con el medioambiente.
El banco anunció que los acuerdos categorizados como "verdes" recibirán una reducción de hasta el 50% en la cantidad de capital que el banco retiene a la hora de respaldarlos, los conocidos como activos por riesgo ponderado. Por contra, un acuerdo que no sea respetuoso con el medioambiente, etiquetado como "marrón", se enfrentará a un aumento en esta partida de hasta un 24%.
En un momento en que el Banco Central Europeo está promoviendo una agenda verde, otros grandes bancos europeos también están considerando aplicar esquemas similares, según dijeron dos fuentes bancarias.
"Los requisitos mínimos para la concesión de préstamos regulares se están volviendo cada vez más duros. Existe una presión (sobre los operadores) por parte de las organizaciones no gubernamentales y los bancos", señaló una de las fuentes bancarias.
"También es una cuestión de recursos humanos: ¿qué milenial quiere una gran bonificación de una industria sucia?"
CAPTURANDO ELECTRONES
La compraventa de valores de energía es una de las maneras de subirse al tren del cambio de las renovables, ya que la diversificación de las fuentes creará nuevos desplazamientos.
"Se producirá una transición de las moléculas a los electrones, para 2030 los vehículos eléctricos añadirán un incremento de 250GW por hora a la demanda mundial", dijo Hardy.
Vitol y Mercuria, con sede en Ginebra, ya cuentan con equipos activos energéticos, pero otras empresas todavía están empezando. Trafigura abrió su primera mesa de comercio energético y de renovables en noviembre, mientras que en enero el grupo Gunvor reinició la compraventa de energía con una mesa especializada en Londres.
"La industria energética tiene similitudes con la forma en que opera la industria petrolera, incluyendo desplazamientos regionales que los operadores aprovechan", dijo a Reuters en Davos el consejero delegado de Trafigura, Jeremy Weir.
También dijo que el transporte marítimo representaba el 89% de las emisiones de dióxido de carbono de Trafigura y que la industria en general necesitaría establecer un punto de referencia único para controlar esta huella de carbono.
A finales del año pasado, Trafigura invirtió en una empresa de hidrógeno verde y este mes realizó su primera inversión en un proyecto solar en Malí.
RESIDUOS E HIDRÓGENO
Vitol ha creado un grupo de trabajo interno para examinar nuevas tecnologías aplicables a la energía renovable y las formas en que la empresa puede participar en una economía con menos emisiones de carbono.
La empresa ha destinado 300 millones de dólares para la inversión en energías renovables, con más de 200 millones de dólares ya asignados, dijo la empresa en octubre.
Por otra parte, Vitol ha instalado una granja solar en Estados Unidos y tiene un importante proyecto eólico en Ucrania a través de un consorcio llamado VLC Renewables.
El parque eólico producirá 500 MW de energía y cuando esté terminado se colocará entre los cinco mayores generadores de energía eólica del planeta.
Vitol forma parte del proyecto Humber Zero en Reino Unido, cuyo objetivo es convertir el estuario del río Humber en la primera área de emisiones cero de carbono del país para 2040.
La compañía producirá hidrógeno "azul" para su planta de energía de 1,2 GW en Immingham con el fin de alimentar las refinerías de petróleo de Humber y Lindsey. El plan está a la espera de la aprobación de las autoridades.
El conocido como "hidrógeno azul", producido a partir de gas natural, puede ser utilizado como una fuente energética con bajas emisiones de dióxido de carbono.
Existen otros proyectos similares pero los costes son demasiado altos para su uso generalizado.
"Por unidad de energía, los costes del suministro de hidrógeno son entre 1,5 y 5 veces los del gas natural. (...) El desarrollo de la infraestructura del hidrógeno supone un desafío, lo cual está ralentizando su adopción generalizada", según un informe de la Agencia Internacional de Energías Renovables de septiembre de 2019.
Los residuos también constituyen una nueva fuente de potenciales beneficios.
Vitol ha invertido en varias "start-ups", incluyendo empresas que convierten los residuos de carbón y plástico en combustible. En Idaho, en Estados Unidos, ha invertido en un "biodigestor" de estiércol de vaca que produce unos 20.000 metros cúbicos de biometano por día.
REDUCIR LAS EMISIONES
La empresa minera y operadora Glencore (LON:GLEN) ha puesto un tope a su producción de carbón y está reduciendo el consumo de diésel en algunas de sus minas más remotas mediante el uso de vehículos hidroeléctricos, aerogeneradores e hidroelectricidad.
Trafigura y Glencore están centrando sus esfuerzos en los componentes de las baterías de vehículos eléctricos. Trafigura ha invertido en la empresa minera finlandesa Terrafame para producir níquel y cobalto.
El grupo Gunvor, con sede en Ginebra, tiene previsto invertir cientos de millones para reducir las emisiones de CO2 en sus tres refinerías europeas y añadir una unidad de biocombustible en una de sus refinerías que utilizará el exceso de hidrógeno.
Los biocombustibles centrarán su estrategia tras haber comprado este año dos plantas en España que convierten los residuos de aceite, como el empleado en la cocina, en biocombustible.
"La transición energética será más compleja y prolongada de lo que la gente cree", dijo a Reuters el consejero delegado de Gunvor, Torbjorn Tornqvist, con la demanda de petróleo aumentando a pesar de que su porcentaje en la matriz energética vaya a caer.
"El gas debe reemplazar al carbón. La mitad de las emisiones desaparecerían con tan sólo adoptar esta medida. Abandonamos el negocio del carbón por razones comerciales, pero ahora no volvería a entrar en ello por pura convicción".
(Información de Julia Payne; información adicional de Dmitry Zhdannikov desde Davos; editado por Simon Webb y Jane Merriman; traducido por Darío Fernández en la redacción de Gdansk)