Jaime Ortega Carrascal
Bogotá, 7 feb (EFE).- Con el libre comercio, la apertura a la inversión extranjera y el respeto a los contratos como banderas, la Alianza del Pacífico se ha convertido en pocos años en un mecanismo de integración regional que despierta tanto admiración como suspicacias entre sus vecinos.
La iniciativa de crear este bloque entre Chile, Colombia, México y Perú se planteó en una cumbre presidencial celebrada en abril de 2011 en Lima y la constitución formal llegó el 6 de junio de 2012 con la firma de un Acuerdo Marco en Cerro Paranal (Chile).
Menos de dos años después de su constitución, los presidentes de los cuatro países tienen una cita el 10 de febrero en Cartagena de Indias para celebrar su octava cumbre.
"La Alianza del Pacífico es una apuesta de un grupo de países que están haciendo convergencia en varios frentes: el de una democracia actuante, el de la estabilidad macroeconómica y el de tener acuerdos de libre comercio entre todos ellos", dijo a Efe el director del Centro de Pensamiento en Estrategias Competitivas (Cepec) de la Universidad del Rosario (Colombia), Saúl Pineda.
El pragmatismo y el carácter ejecutivo que desde sus comienzos ha caracterizado a esta iniciativa que funciona con una presidencia pro témpore, sin burocracia alguna, ha servido para imprimirle velocidad al proceso de integración cuyo principal logro es la desgravación arancelaria del 92 % del comercio entre los cuatro socios.
Además de los progresos en desgravación arancelaria, en menos de dos años el bloque ha conseguido sustanciales avances en materia de promoción comercial conjunta con la apertura de una oficina en Estambul (Turquía), a la que se sumarán otras en Casablanca (Marruecos) y en Bombay (India).
Esa cooperación se extiende también al campo diplomático con la apertura de una embajada conjunta en Ghana de los cuatro países miembros, además de una en Marruecos entre Colombia y Chile, que también pondrán en funcionamiento otra en Argelia.
Colombia también tiene previsto abrir una embajada conjunta con México en Singapur y otra con Perú en Vietnam.
Los cuatro países han firmado igualmente acuerdos sobre libre circulación de personas, movilidad estudiantil y lucha contra el cambio climático.
El dinamismo de este bloque, que contrasta con la parsimonia de otras iniciativas regionales de integración, ha despertado el interés de países como Costa Rica y Panamá, que ya han iniciado el proceso de adhesión, mientras que 24 naciones de América, Europa, Asia y Oceanía han solicitado su ingreso como observadores.
Entre los observadores figuran varios países centroamericanos, Estados Unidos, Canadá, España, Reino Unido, Francia, Suiza, Alemania, Holanda, Italia, Turquía, China, Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda, Paraguay y Uruguay, estos dos últimos miembros del Mercosur.
"La Alianza del Pacífico se mueve entre las miradas muy entusiastas de otros países y los celos y las preocupaciones de otros", dijo Pineda en referencia a las críticas que ha recibido este proceso de parte de algunos gobernantes latinoamericanos.
Uno de ellos es el presidente boliviano, Evo Morales, quien en octubre pasado se refirió a este bloque como un instrumento de Estados Unidos para dividir a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), entre cuyos miembros están Chile, Colombia y Perú.
"Los países que conforman la Alianza del Pacífico son parte de una conspiración que viene desde el norte para dividir y que Unasur no avance hacia la liberación definitiva", manifestó Morales.
La propia presidenta electa de Chile, Michelle Bachelet, es crítica con el actual planteamiento de la Alianza, que surgió y tomó fuerza en el paréntesis entre su primer mandato y el segundo que está por comenzar en marzo próximo, de la mano del presidente Sebastián Piñera.
Algunos especialistas consideran que la Alianza puede convertirse en un bloque que, por el tamaño de sus cuatro economías, que sumadas representan el 36 % del PIB de América Latina y el Caribe, y su población de 212 millones de habitantes, acabe haciendo contrapeso a Brasil, la gran potencia del área, y al propio Mercosur, estancado desde hace años por diferencias internas.
"Como hemos explicado muchas veces, esta Alianza no es un grupo cerrado, no es un grupo excluyente, ni se opone a otros esfuerzos de integración", dijo esta semana el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, en una recepción al cuerpo diplomático acreditado en Bogotá.
Lo cierto es que en los 20 meses transcurridos desde su creación oficial, la Alianza se ha convertido en un actor relevante en el escenario regional y camina a grandes pasos hacia la penetración de Latinoamérica en el codiciado mercado del bloque Asia-Pacífico. EFE