Por Alessandro Albano
Investing.com - El reciente comportamiento del Brent y del WTI, que han vuelto a registrar mínimos de enero tras las protestas anti-Covid de China, ha llevado a las distintas casas de inversión a revisar sus posiciones al respecto de cara al año que viene.
Según JP Morgan (NYSE:JPM), en 2023 el mercado de oro "seguirá ajustado", con una media de 90 dólares por barril, y el grupo OPEP+ podría decidir intervenir en el mercado rediciendo la producción
"La guerra en Rusia", explican en el banco comercial, "nos ha llevado a elevar nuestras previsiones sobre el precio medio del Brent en 2022 a 104 dólares y en 2023 a 98 dólares, con un máximo de 114 dólares en el segundo trimestre de 2002 (marzo de 2022).
Sin embargo, añaden desde JPM, "ahora auguramos un precio medio 8 dólares más bajo para 2023, partiendo de la base de que la producción rusa se normalice hasta los niveles de antes de la guerra a mediados de 2023".
En general, el banco de Jamie Dimon espera que el Brent se mantenga en una media de "90 dólares por barril en 2023 y 98 dólares por barril en 2024".
Sin embargo, su competidor Goldman Sachs (NYSE:GS) tiene una opinión diferente. Entrevistado por la CNBC en la conferencia Carbonomics de Goldman Sachs en Londres, Jeff Currie, director global de materias primas de Goldman Sachs, advirtió de los tres principales riesgos que lastran el petróleo.
"El primero es el dólar", dice Currie, añadiendo como segundo factor que "el Covid y China valen más que los recortes de la OPEP para el mes de noviembre", mientras que el tercer factor "es que Rusia ya está introduciendo barriles en el mercado ahora mismo, antes de la fecha límite del 5 de diciembre en virtud del embargo de Occidente".
Sin embargo, según el gestor de GS, las perspectivas para 2023 "son muy positivas", por lo que el banco "se mantiene firme en su previsión del Brent en 110 dólares por barril de cara al año que viene".
"La demanda vuelve a descender en China, teniendo en cuenta lo que está ocurriendo. Creo que la cuestión clave en China ahora mismo es el riesgo de una reactivación económica forzada. Esto significa, por otra parte, que habrá restricciones "autoimpuestas": la gente no querrá subir a los trenes, no querrá ir a trabajar, y la demanda bajará aún más".
Por lo tanto, según Currie, la OPEP tendrá que debatir si "aceptar un mayor debilitamiento de la demanda de China o seguir proponiendo recortes de la oferta".
"Creo que hay muchas probabilidades de que veamos una reducción de la producción", sigue aclarando.