Fráncfort (Alemania), 27 feb (EFE). El proceso judicial por supuesto desfalco contra los antiguos responsables del banco Sal. Oppenheim, instituto que ahora es de Deutsche Bank, comenzó hoy en Colonia (oeste).
La Fiscalía acusa a los antiguos responsables de Sal. Oppenheim, que estuvo a punto de quebrar en 2009 por el fracaso de algunas especulaciones, de desfalco en caso grave, por valor de una cifra de tres dígitos de millones de euros, para beneficio propio.
Se sientan en el banquillo: Matthias Graf von Krockow, Christopher Freiherr von Oppenheim, Friedrich Carl Janssen y Dieter Pfundt, así como su socio Josef Esch.
Todos ellos han declarado hasta ahora ser inocentes en el que se perfila como uno de los procesos judiciales más grandes de las últimas décadas en Alemania.
En otra demanda se acusa a los acusados de haber dado créditos de riesgo que ocasionaron al banco daños por valor de 460 millones de euros.
La pena para desfalco en caso grave es una pena de prisión entre seis meses y diez años.
Centenares de policías registraron en otoño de 2010 numerosas oficinas del que en el pasado fue el banco privado más grande de Europa.
Los acusados mezclaron durante años sus intereses privados con los del banco, lo que supuestamente generó unos daños al Sal. Oppenheim de 150 millones de euros.
La mala gestión terminó con un banco que contaba con una tradición de más de 200 años unida a la discreción y a la banca para clientes privados.
Sal Oppenheim se había convertido en 2005 en el mayor banco privado de Europa tras la adquisición de BHF Bank.
En el proceso se van a juzgar tres negocios inmobiliarios -una mansión en Colonia y dos oficinas en Fráncfort- con los que los acusados se beneficiaron de forma privada.
Por ejemplo, los elevados costes de las reformas de la mansión en Colonia se pasaron al banco y después se alquiló a muy poco precio a la madre de Christopher von Oppenheim.
En 2010 el Deutsche Bank, el primer banco de Alemania, compró Sal. Oppenheim cuyo número de empleados se ha reducido desde 4.000 hasta 850 personas.
Sal. Oppenheim no sólo era propiedad de la familia Oppenheim, sino también de otras sociedades que han perdido parte de su patrimonio. EFE