Bruselas, 20 feb (EFE).- Los ministros de Economía y Finanzas de la eurozona, han comenzado con tres horas y media de retraso la reunión extraordinaria del Eurogrupo en el que intentan lograr un acuerdo sobre el futuro de la asistencia a Grecia.
El encuentro iba a comenzar inicialmente a las 14.00 GMT, pero tuvo dos aplazamientos, el último para dar tiempo y margen al presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, a tratar de acercar unas posiciones que aún estaban muy divergentes entre Grecia y sus socios de la eurozona.
El propio Dijsselbloem afirmó hoy que un acuerdo este viernes entre los socios de la eurozona y Grecia sobre el futuro de la asistencia financiera a ese país "va a ser muy difícil", aunque admitió que aún "hay motivos para algo de optimismo".
Los contactos se estaban produciendo hoy a todos los niveles desde que ayer Grecia enviara al Eurogrupo su solicitud para prorrogar seis meses el crédito de sus socios y no el actual programa, con todas sus condiciones, como le habían exigido los otros dieciocho países el pasado lunes.
La canciller de Alemania, Angela Merkel, conversó el jueves con el primer ministro griego, Alexis Tsipras, y con el presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, antes de entrevistarse hoy en París con el presidente de Francia, François Hollande.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, también se implicó directamente en las negociaciones, al abordar "posibles puntos de encuentro" con Dijsselbloem, Tsipras y Merkel, según indicó en su cuenta oficial de la red social Twitter.
El ministro griego de Finanzas, Yanis Varufakis, dijo hoy a su llegada a Bruselas que espera que al final del Eurogrupo haya "fumata blanca".
El Gobierno de Tsipras "no ha andado la milla extra, sino diez millas extra".
Los países más críticos con Atenas en las últimas horas, entre ellos Alemania, Austria, Bélgica y Eslovaquia, reiteraron hoy su posición, en tanto que los más moderados, como Francia, subrayaron que es posible una solución porque es lo que todos quieren.
También Portugal y Finlandia han adoptado una posición dura con Atenas, entre otros Estados miembros.
Para los más críticos, la petición helena carece de claros compromisos con la finalización del actual programa, que permite desembolsar la ayuda que queda pendiente, y echan en falta claridad sobre la promesa de Atenas a no adoptar medidas unilateralmente que puedan perjudicar la posición presupuestaria de Grecia y dejar sin vigor los compromisos ya acordados.