Céline Aemisegger
Bruselas, 12 dic (.).- La débil recuperación de la economía de la UE, en la que estaban puestas todas las esperanzas al inicio del año, ha dejado paso a la preocupación ante el estancamiento y por ello la atención se centra ahora en el plan europeo de inversión y en si será suficiente para apuntalar el crecimiento y el empleo.
Tras salir el año pasado de la recesión más grave de su historia, la eurozona arrancó 2014 con incipientes signos de mejora económica, lo que confirmaba, en opinión de gobiernos e instituciones, que la economía de Europa por fin comenzaba a repuntar.
El susto, y el temor a una tercera recesión, llegó en el segundo trimestre, cuando la economía de la eurozona se estancó, lastrada por la mala evolución del PIB de Alemania, Francia e Italia, un dato que sin embargo tampoco pudo revertir el crecimiento de España.
La sensación de que la crisis parecía por fin haber quedado atrás dio paso a una apreciable preocupación en los pasillos del poder.
Por suerte el PIB de la eurozona volvió a registrar un modesto crecimiento en el tercer trimestre y proporcionó un suspiro de alivio a los países.
Francia e Italia, este último país en recesión, elevaron sus voces para pedir más tiempo para cumplir los objetivos de déficit y más inversión, respectivamente, reactivando el debate dentro y fuera de Bruselas sobre la necesidad de un cambio de estrategia.
El presidente de la CE, Jean-Claude Juncker, entendió el mensaje y adelantó el anuncio de su gran proyecto: un plan de inversión publica y privada con el que quiere movilizar unos 315.000 millones de euros para financiar proyectos de infraestructuras de transporte, banda ancha y energía o de investigación, entre otros.
El político luxemburgués quiere que Europa "pase página" con este plan, al sumar la inversión a la estrategia centrada hasta ahora solamente en la consolidación fiscal y las reformas.
El "Plan Juncker" pretende impulsar el PIB de la Unión Europea (UE) en hasta 410.000 millones y crear hasta 1,3 millones de empleos en los próximos tres años.
También hace un guiño a los países y, para no perjudicar la débil recuperación, las eventuales contribuciones de los Estados miembros al vehículo de inversión que se creará en el Banco Europeo de Inversiones (BEI) no contará para el déficit.
La idea que hay detrás del "Plan Juncker" es no generar más deuda y por ello recurre a la ingeniería financiera: Con solo 21.000 millones de euros de dinero público (que incluyen una garantía para cubrir eventuales pérdidas) esperan conseguir quince veces más a través de inversiones privadas.
La duda es si eso es creíble y sobre todo suficiente para estimular la economía y la demanda.
"El plan puede funcionar, pero tiene que ser afinado", dijo a Efe Grégory Claeys, analista en el centro de estudios Bruegel, quien no obstante hubiera querido ver una iniciativa "más ambiciosa".
El propio Juncker ha advertido del peligro de "sobrestimar" el plan, pero también de "subestimarlo", y afirma que se necesitarán seguir haciendo reformas para fomentar el clima de inversión y eliminar obstáculos.
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, tiene "gran confianza en el éxito del plan", siendo además ahora mismo "la única iniciativa" que existe en cuanto a la política fiscal para (estimular) la demanda agregada, explicó recientemente.
No obstante para el analista Raoul Ruparel, del centro de estudios Open Europe, el plan "no tendrá un gran impacto en la demanda, porque solo representa un pequeño monto de la economía conjunta y la mayoría del dinero ya está en el sistema".
Para Claeys, hubiera sido mejor un "verdadero plan paneuropeo de inversiones con dinero público" por países aparejado con una aplicación flexible o un cambio de las reglas de consolidación fiscal, o que el BEI estuviera dispuesto a "hacer más", porque ha sido "muy conservador" por miedo de perder la codiciada "triple A".
En su opinión, el plan de Juncker solo atraerá la financiación privada adicional deseada con nuevos proyectos, especialmente aquellos con un perfil de riesgo y rentabilidad elevado.
Para Ruparel, "hacen falta más reformas para mejorar el clima de negocios en muchos países y encontrar una estructura institucional más clara y firme en la eurozona para permitir que vuelva a fluir el capital privado entre los países".
Para saber si el plan funciona o no, habrá que esperar a que arranque, tal como se prevé, a mediados de 2015.