Ginebra, 27 abr (.).- Los países deben instaurar sistemas que minimicen los riesgos en los lugares de trabajo ante futuras emergencias sanitarias, con el doble objetivo de proteger la salud de los empleados y garantizar la continuidad de las operaciones de las empresas, dijo hoy la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
En un informe preparado con ocasión del Día Internacional de la Salud y la Seguridad Laboral, la OIT advierte de que para ello se requerirán inversiones en infraestructuras y que esto debe hacerse como parte de los planes nacionales de preparación para emergencias.
"Se ha demostrado con creces la importancia de contar con un entorno de salud fuerte, resiliente y seguro", señala el estudio, que pone énfasis en las lecciones que está dejando la pandemia.
Según datos citados por la OIT, 7.000 trabajadores de la sanidad han muerto desde que surgió la covid-19, mientras que una plantilla de 136 millones de sanitarios y trabajadores sociales están en riesgo de contraer el coronavirus en el cumplimiento de sus tareas.
Se calcula que una media del 14 % de todos los infectados por el virus SARS-CoV-2 son personas que trabajan de una u otra manera en el sistema sanitario.
A esto debe agregarse la carga que esta situación ha supuesto para la salud mental de esos trabajadores, con uno de cada cinco que experimenta episodios de depresión o ansiedad, según sondeos recientes efectuados a nivel internacional.
La salud de los trabajadores en general está en riego si trabajan en ambientes cerrados y deben pasar sus jornadas a distancias muy cortas de otras personas.
Evaluaciones realizadas indican que la probabilidad de contraer el coronavirus es 18,7 veces más importante cuando se trabaja en espacios cerrados que en entornos abiertos.
Sobre el teletrabajo, el informe señala que aunque fue esencial para limitar la propagación del virus y mantener los empleos también ha borrado para muchos la frontera entre trabajo y vida privada.
Según otro sondeo encargado por la OIT, el 65 % de las empresas reportaron que la moral de sus trabajadores estaba sufriendo y que aumentaban sus dificultades para seguir trabajando desde casa.
Sin embargo, la mayoría de trabajadores en los países en desarrollo no pudieron teletrabajar y se calcula que 1.600 millones de ellos tuvieron que seguir trabajando como lo hacían antes de la pandemia a pesar de los confinamientos y las restricciones de movimiento y de interacción social.
Ello debido a que formaban parte de la economía formal y carecían de sistemas de protección social que pudiese garantizarles un ingreso en este periodo de crisis.