NUEVA YORK - En un giro hacia el riesgo crediticio, los asesores financieros canalizaron importantes inversiones hacia fondos cotizados (ETF) de renta fija en 2023, como reflejan la entrada de fondos y la rentabilidad de ETF concretos. El ETF iShares 20+ Year Treasury Bond (NASDAQ:TLT) se erigió como un importante beneficiario de esta tendencia, atrayendo 25.000 millones de dólares en nuevas inversiones tras un repunte en el cuarto trimestre que se tradujo en un aumento del 2,8% a lo largo del año.
La preferencia por el riesgo de crédito se puso aún más de relieve con los 2.600 millones de dólares que afluyeron al ETF iShares iBoxx $ High Yield Corporate Bond (NYSEARCA:HYG), que obtuvo una rentabilidad del 11,5% en el año. Esta inclinación hacia los bonos se puso de manifiesto en el Simposio VettaFi sobre Perspectivas de Mercado celebrado en diciembre, en el que los bonos corporativos con grado de inversión fueron la clase de activo favorita, seleccionada por el 40% de los asistentes. Los bonos corporativos de alto rendimiento también fueron favoritos, elegidos por el 35% de los participantes.
El simposio, que incluyó debates con gestores de activos de destacadas firmas como Invesco y Pimco, también arrojó luz sobre el competitivo panorama de las comisiones de los ETF. El nuevo Schwab 5-10 Year Corporate Bond ETF (NYSEARCA:SCYB) causó sensación con una atractiva y baja ratio de gastos del 0,03%. Mientras tanto, fondos establecidos como el SPDR Portfolio High Yield Bond ETF (NYSEARCA:SPHY) y el Xtrackers USD High Yield Corporate Bond ETF (NYSEARCA:HYLB) hicieron movimientos estratégicos al bajar sus comisiones al 0,05%, con el objetivo de captar más cuota de mercado.
Los ajustes en las estructuras de comisiones parecen haber tenido un impacto tangible en el comportamiento de los inversores. SPHY logró captar 2.400 millones de dólares de capital fresco, lo que indica un fuerte apetito de los inversores por bonos corporativos de alto rendimiento a un coste más bajo. Por el contrario, HYLB experimentó salidas, lo que sugiere que incluso pequeñas diferencias en los coeficientes de gastos pueden influir significativamente en el flujo de inversiones entre fondos competidores.
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