Lisboa, 12 nov (EFE).- La canciller alemana, Angela Merkel, realiza hoy una visita a Portugal que ella misma ha presentado como un espaldarazo a la política de austeridad del Gobierno conservador luso, convertido en el mejor alumno de la "troika".
En declaraciones a la televisión nacional de Portugal, transmitidas horas antes de su visita, Merkel elogió el coraje del Ejecutivo luso a la hora de adoptar unas medidas de ajuste que consideró duras pero capaces de relanzar la economía del país y en cuyo éxito se mostró plenamente confiada.
Los elogios alemanes llegan cuando la política de recortes presupuestarios del primer ministro, Pedro Passos Coelho, se ve más acosada tanto por la izquierda y los sindicatos como por los empresarios y destacadas figuras de la coalición conservadora de Gobierno.
Frente al optimismo de la política germana ante el futuro de Portugal, miles de ciudadanos lusos han expresado también por adelantado su repudio a las tesis de la canciller y esperan demostrar hoy, con manifestaciones y muestras de repudio, que no aguantan otro año más de la austeridad abanderada por Alemania.
Apenas 48 horas antes de la tercera huelga general en los 16 meses de Gobierno conservador en Portugal, la visita de la canciller ha estado ya precedida por la polémica y ha sido organizada con fuertes medidas de seguridad.
Merkel se reúne hoy con el jefe de Estado luso, Aníbal Cavaco Silva, y con Passos Coelho, que ha respaldado en numerosas ocasiones las tesis germanas ante la crisis económica europea y ahora ha ensalzado la "ayuda" de Alemania al país y ha lamentado que se quiera "demonizar" a Merkel.
A pesar de los esfuerzos del Ejecutivo por mostrar que el país está en el "buen camino" de la recuperación económica, una protesta callejera, cientos de globos negros sobre el cielo de Lisboa y un manifiesto de intelectuales que la declararon persona no grata quieren mostrar a Merkel el repudio del otro Portugal.
El movimiento políticamente no definido, que aglutina a "indignados" lusos, izquierdistas y sindicalistas con estudiantes, profesionales y desempleados fue el primero en anunciar, a través de las redes sociales, la convocatoria de una marcha bajo el lema "Merkel no manda aquí".
Tras el éxito de la manifestación "Que se lixe a troika" ("Que se fastidie la troika") en septiembre, los animadores de esa variopinta plataforma han llamado a marchar por Lisboa hasta el Centro Cultural de Belém, donde Merkel asistirá a un fórum empresarial.
También un grupo de conocidos intelectuales cargaron en una carta contra la canciller, con acusaciones de monopolizar Europa y entrometerse en la política lusa, y le recordaron que nadie la eligió en Portugal y nadie le reconoce el derecho a tomar decisiones en su nombre.
En sus declaraciones a la televisión lusa, la canciller se mostró extrañada por las críticas que le achacan las medidas de austeridad y recordó que quien las negocia es la troika, compuesta por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Portugal ha estado intervenido por esos organismos desde que en abril del año pasado su anterior Gobierno, del Partido Socialista, solicitó un rescate financiero de 78.000 millones de euros.
Los conservadores, que ganaron las elecciones anticipadas celebradas dos meses después, se han mostrado tan convencidos como la UE y el FMI de que el país solo superará su crisis económica si hace el Estado sostenible y reduce el déficit a una tercera parte de lo que estaba en 2010, cuando superaba el nueve por ciento.
Merkel está también segura de que con ese "valiente" esfuerzo Portugal saldrá adelante y no necesitará renegociar su rescate, como predicen algunos expertos ante el aumento de la recesión (3 % este año) y el desempleo (16 %) que ha fomentado la austeridad.
En su breve estancia en Lisboa, protegida por fuertes medidas de seguridad, la canciller solo tiene previsto un breve encuentro con la prensa tras su reunión con Passos Coelho, que no será en la residencia del primer ministro, como es habitual, sino en el fuerte de Sao Juliao da Barra, a 20 kilómetros de Lisboa. EFE