MANILA (Reuters) - La policía de Filipinas reanudó el lunes la guerra contra las drogas del presidente Rodrigo Duterte, haciendo visitas a los hogares de consumidores y comerciantes para convencerlos de que se rindan, pero el jefe de la policía nacional se negó a garantizar que no se derramaría sangre.
Las autoridades reanudaron el programa de visitas, conocido como "Oplan Tokhang", con la garantía del jefe de la policía, Ronaldo dela Rosa, de que no se usaría la violencia si los delincuentes aceptaban irse tranquilamente y no resistirse.
Pero no podía prometer una "campaña antidroga infalible sin derramar sangre", agregó Dela Rosa, ya que la policía "no estaba tratando con personas que están en un estado mental correcto".
En el dialecto de la ciudad natal de Duterte, Davao, "Tokhang" es una combinación de las palabras "golpear" y "suplicar".
Además de las visitas, la policía también realizó las llamadas operaciones encubiertas e hicieron redadas en supuestos lugares de venta de droga y laboratorios ilícitos.
En muchas de estas operaciones, dicen activistas de derechos humanos, los sospechosos no tuvieron la oportunidad de rendirse, sino que fueron ejecutados a sangre fría. Pero la policía insiste en que los sospechosos murieron porque se resistieron violentamente al arresto.
Alrededor de 4.000 sospechosos por temas de drogas han muerto en enfrentamientos armados con la policía desde junio de 2016, cuando Duterte llegó al poder. El gobierno perdió 85 policías y soldados en la guerra contra las drogas, según datos policiales.
Más de 1,2 millones de personas se entregaron tras las visitas a los domicilios.
Duterte detuvo las operaciones policiales antidrogas dos veces debido a inquietud sobre el uso de la fuerza.