Salamanca, 18 dic (.).- La Universidad de Salamanca (USAL) y la empresa Arbórea Itellbird, instalada en el Parque Científico USAL, han presentado este lunes un robot autónomo capaz de gestionar y monotorizar 100 hectáreas de plantas fotovoltaicas.
La "puesta de largo" del autómata, que lleva por nombre 'Antecursor II', se ha producido en una rueda de prensa en la Sala de Retratos del Rectorado de la USAL, con la presencia del vicerrector de Economía y director general de Parque Científico, Javier González Benito, y el CEO de Arbórea Intellbird, Carlos Bernabéu.
El 'Antecursor II' se compone de aleaciones aeroespaciales para formar una estructura que se va hasta los 285 kilogramos de peso, siendo de manera completa eléctrico y estando basado en distintas patentes de la compañía salmantina.
El robot, como ha explicado Bernabéu, combina tecnologías de vanguardia para lograr un aumento de la integración de las grandes plantas fotovoltaicas en el entorno natural en el que se ubican a la par de reducir los riesgos de incendio y los costes de mantenimiento de estas superficies.
La denominación proviene de las tropas de avanzadilla que antecedían a las legiones de la antigua Roma y su movimiento automático, de "precisión centimétrica" y derivado de un proceso patentado por la empresa por lo expresado por su CEO, está inspirado en las estrategias de caza de la gineta, depredador nocturno que puebla los encinares de la provincia de Salamanca, capaz de desplazarse con precisión de rama en rama en la oscuridad.
El sistema de comunicaciones, soportado por la red satelital Starlink, permite a Arbórea monitorizar en tiempo real toda la flota de robots desplegada en plantas fotovoltaicas de lugares remotos, a través de su herramienta "Torre de control virtual".
Esta plataforma recibe de manera automática toda la información del estado de los sistemas de cada robot en tiempo real, así como las alertas asociadas a las anomalías detectadas.
Carlos Bernabéu, entre todos los puntos de su intervención, ha aislado las funciones del 'Antecursor II' en dos principales: la vigilancia autónoma de la infraestructura fotovoltaica y el desbroce eficiente cuidadoso con el suelo y con la atmósfera.
La primera función consiste en generar un proceso de inspección en busca de anomalías térmicas, no solo en la parte superior de los paneles sino también simultáneamente en todas sus estructuras inferiores (presillas, portafusibles, grapas o cableado), que escapan a la vista aérea y son las más propensas a generar puntos calientes de riesgo.
30 horas de autonomía
La autonomía de inspección del robot se sitúa por encima de las 30 horas, permitiendo la realización de inspecciones de la infraestructura fotovoltaica, sin requerir de la intervención de operador humano alguno. Lo consigue por medio de un juego de sensores termográficos de alta resolución que toman continuamente miles de mediciones de la instalación cada segundo.
Esta gran masa de datos digitales es procesada a bordo mediante un proceso de lnteligencia Artificial (IA) patentado y desarrollado también por los salmantinos. El sistema detecta anomalías en tiempo real, las evalúa en función de las condiciones de la planta y reporta una identificación temprana de posibles fallos, siendo el resultado recibido por los responsables del parque en el correo electrónico con la alerta, la posición de la anomalía y una termografía con los valores de referencia.
Para ello, el robot recorre la instalación de forma continua, llegando cada máquina hasta 100 hectáreas de terreno según lo expresado por Bernabéu, y regular monitorizando el correcto funcionamiento de los paneles y el circuito eléctrico, procesando la información, detectando anomalías y reportando cualquier valor que pudiera suponer un deterioro de los elementos de forma automática.
La segunda función se centra en el cuidado del entorno y suelo en el que se establecen las plantas con paneles fotovoltaicos, llevando integrado el autómata un sistema de desbroce de la vegetación fabricado en base a materiales aeronáuticos para generar un fino triturado de la vegetación o "mulching", de forma limpia y silenciosa.
Esta gestión vegetal y la condición de ser 100% eléctrico, evita la contaminación del suelo por aceites o combustibles, las emisiones de gases invernadero, el riesgo de incendio asociado a motores calientes, o la rotura de paneles por proyección de piedras desde los sistemas tradicionales de desbroce de disco o filamento.
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