Por Antoni Slodkowski y Krishna N. Das
YANGON/COX'S BAZAR, Bangladés (Reuters) - Las organizaciones de la Cruz Roja están ampliando sus operaciones en el noroeste de Myanmar, después de que Naciones Unidas tuviese que suspender la actividad en la zona tras sugerir el Gobierno del país que su agencia había apoyado a insurgentes rohingya.
Aunque el mundo tiene los ojos puestos en Bangladés, donde 290.000 rohingya han huido por la ofensiva del ejército en las últimas dos semanas, en la parte de Myanmar también se está desarrollando una grave crisis humanitaria, dijeron trabajadores humanitarios.
Miles de desplazados de esta minoría musulmana han quedado varados o abandonados sin comida durante semanas.
El éxodo de los rohingya comenzó el 25 de agosto después de que militantes rohingya atacasen puestos de policía y una base militar en el estado de Rakhine. Eso desencadenó una contraofensiva del ejército que ha dejado al menos 400 muertos, miles de casas quemadas, aldeas arrasadas y vastas franjas de tierra despobladas.
"La ONU y las ONGs no han sido nada bienvenidas en Rakhine y (...) no pueden operar y garantizar la seguridad de su personal y voluntarios", dijo Joy Singhal de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR).
"En un entorno semejante, el gobierno ha invitado a la Cruz Roja a ayudarlos", dijo Singhal.
A los trabajadores humanitarios les preocupa que muchos rohingya estén abandonados sin comida desde mediados de julio, cuando el Programa Mundial de Alimentos (WPP (LON:WPP), según sus siglas inglesas), que les había estado asistiendo con alimentos y dinero, dejó de operar.
Naciones Unidas evacuó personal "no crítico" de la zona después de que el gobierno sugirió que el WPP y los grupos de ayuda internacional apoyaron a los insurgentes poco después de los ataques.
Joy dijo que el gobierno tendría el papel de "coordinación y facilitación", pero que la "evaluación, entrega de ayuda e implementación" sería administrada por la Cruz Roja.
Miles de personas todavía están tratando de cruzar montañas, arbustos densos y campos de arroz para llegar a Bangladés.
La ola de refugiados, muchos enfermos o heridos, ha desbordado los recursos de agencias humanitarias que ya ayudaban a cientos de miles desplazados por episodios previos de violencia en Myanmar. Esta semana, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) dijo que el peor panorama eran unos 300.000 refugiados.