Por Paul Taylor
BRUSELAS (Reuters) - El primer ministro húngaro Viktor Orban se lo tomó a broma, pero sus partidarios se pusieron furiosos cuando el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, le saludó con un claro y audible "hola, dictador", frente a las cámaras de todo el mundo el pasado mes.
El saludo, en una cumbre con los líderes de los socios orientales de la Unión Europea en Riga el 22 de mayo fue uno de esos extraños momentos en que el lado oculto de la política sale a la superficie. Bromas aparte, las autoridades de la UE han demostrado ser incapaces de frenar la deriva del gobierno nacionalista conservador de Orban, que apunta a estrechar su control sobre el país centroeuropeo.
"Juncker tiene a Orban en su lista de vigilancia", dijo una asesora del presidente de la Comisión Europea, cuyas atribuciones incluyen salvaguardar los tratados del bloque, incluyendo los relativos a los derechos civiles.
Pero Orban, que defiende la "democracia no-liberal", ha conseguido esquivar los intentos de evitar su reconfiguración del poder judicial, sus reformas en las leyes de protección de datos y la regulación que ha llevado a cabo de los medios y las organizaciones no gubernamentales, según dicen algunos funcionarios de la UE y el gobierno húngaro.
Impulsó una nueva constitución, gracias al respaldo que le proporcionaba la mayoría de dos tercios de la cámara que ostentaba, desoyendo las advertencias de sus socios europeos, que intentaron disuadirle de usar sus amplios poderes.
Orban disfruta enfrentándose a sus críticos en el Parlamento Europeo, aprovechando la oportunidad que le brindaba un debate sobre la situación en Hungría para alardear de su éxito económico, ignorando los mandatos electorales y despreciando las políticas migratorias de la UE.
Viviane Reding, que encabezó las acciones legales contra su gobierno hasta el año pasado como comisaria de Justicia de la UE, es sincera al evaluar lo que ha conseguido.
"Evité lo peor", dijo en una entrevista. "No cambié drásticamente la deriva nacionalista del primer ministro, pero al menos impedí que acabase con la independencia de los juzgados y las autoridades de protección de datos".
El gobierno húngaro rechazó las acusaciones que aseguraban que avanzaba hacia el autoritarismo, asegurando que su mayoría parlamentaria y su apoyo popular le permitían hacer cambios en la constitución.
"Hungría podría considerarse el miembro de la Unión Europea que más veces ha pasado por la máquina de rayos x del constitucionalismo", dijo Orban a los parlamentarios de la UE.
El hecho es que el partido de gobierno, el Fidesz, forma parte del Partido Popular Europeo (PPE), el grupo más grande de centro-derecha de la Eurocámara, lo que ha protegido a Orban de sufrir condenas y reproches aún mayores sobre estas posibles violaciones de los derechos de sus ciudadanos.
"Siempre han sido los partidos políticos los que han ayudado a los primeros ministros. Yo actué contra los socialistas con (el primer ministro Rumano, Victor) Ponta, y contra el PPE cuando actué contra Hungría", dijo Reding, que actualmente es diputada por el propio PPE.
Según dice, ha existido un debate en el seno del PPE sobre su expulsar o suspender a Fidesz, pero no se ha concretado en nada.
La asesora de Juncker dijo que el hecho de que el partido siguiera dentro del PPE había permitido a otros líderes como Angela Merkel maniobrar en privado para ejercer más presión y mantener a Hungría lejos de los brazos del presidente ruso Vladimir Putin, que tiene lazos de amistad con Orban.
Reding ganó dos casos contra Hungría en el Tribunal Europeo de Justicia, uno sobre la jubilación forzosa de los jueces a los 60 años y otro por la disolución del organismo supervisor de la protección de datos. Pero los jueces y el regulador no fueron restaurados, y Reding tuvo que usar las leyes contra la discriminación por edad porque la UE carecía entonces de base legal con la que sancionar a un estado miembro por injerencias en el poder judicial.
Todas estas objeciones desde Bruselas llevaron a Budapest a concretar una nueva legislación, incluyendo una nueva ley de medios que los críticos aseguran que restringe la libertad de prensa.
Las campañas en favor de los derechos civiles están ejerciendo presión sobre la Comisión para que lleve a cabo mayores acciones, impulsando un Marco europeo para la Protección de los Derechos Fundamentales, creado bajo el mandato de Reding, que permitiría llevar a cabo un examen de la situación de los derechos en Hungría, un diálogo estructurado con Budapest y probablemente emitiendo recomendaciones de la UE.
Iverna McGowan, directora en funciones de la oficina de Amnistía Internacional para la UE, acusó a Bruselas de hacer poco, tarde y con un enfoque tecnocrático.
"¿Por qué no se han acogido al Artículo VII del tratado, que permite imponer sanciones en caso de violación de los derechos fundamentales?", preguntó en una entrevista, resaltando que la Unión era más dura con terceros países que con sus propios miembros.
Reding dijo que el Artículo VII, que puede llegar a suspender los derechos de votación de un país, era una "opción nuclear". También insistió en que la UE necesitaba un fundamento legal muy sólido antes de acusar a un estado miembro de vulnerar los derechos fundamentales.
Los gobiernos de la UE tienen muy presente el precedente de un boicot a los contactos bilaterales de alto nivel con Austria en el año 2000, liderado por Francia, después de que el partido de extrema derecha Partido del Pueblo Austríaco, liderado por Jörg Haider, se uniese a la coalición gobernante.
Resultó ser una medida contraproducente, que aumentó el apoyo público a Haider y tuvo que ser retirada después de que un grupo de expertos asegurase que el gobierno no había llevado a cabo ninguna acción que contradijese los valores europeos.
Cuando Orban pidió que se volviese a abrir el debate sobre la pena de muerte, abolido bajo las Cartas de la UE y el Consejo de Europa, sus críticos creyeron haber encontrado un motivo para caer sobre él. Pero aseguró rápidamente al presidente del Parlamento Europeo Martin Schulz que no tenía intención de restaurarla.
La delicada tarea de tratar de frenar a Hungría recae ahora sobre el vicepresidente de la Comisión, Frans Timmermans, un socialista holandés que firmó en 2013 una carta elaborada por cuatro ministros de Exteriores en la que pedían un mecanismo más eficaz para salvaguardar los valores fundamentales, incluyendo la posibilidad de cortar los fondos de la UE.
Timmermans dijo a Orban en el Parlamento Europeo: "Usted no puede usar una victoria electoral o el éxito económico como una excusa para decir no, nosotros no tenemos que observar el cumplimiento de la ley".
Los activistas aseguran que los aspirantes a autócratas en algunos países vecinos están viendo cómo se trata a Hungría. Pero los expertos dicen que las herramientas de la UE para influir en el comportamiento de sus miembros siguen siendo débiles.
(Traducido por Gabriel Sánchez en Madrid)