Por Inmaculada Sanz y Elena Gyldenkerne
MADRID/BARCELONA (Reuters) - Cataluña celebra el domingo una controvertida consulta de autodeterminación que dará paso previsiblemente a un tiempo de diálogo entre los Gobiernos central y autonómico, para encajar en España a una región en la que en los últimos años se ha disparado el sentimiento independentista.
Un total de 5,4 millones de personas, un 72 por ciento de la población catalana, están llamadas a votar el 9-N, cuando centenares de miles de catalanes desafiarán la prohibición de Madrid y votarán en una especie de "clandestinidad consentida".
"Votaremos. No creo que nos impidan votar, ni en las calles ni en los colegios, no pueden evitar que todos a la vez entremos en los colegios a votar", dijo Carme Forcadell, presidenta del movimiento ciudadano Asamblea Nacional Catalana.
"No va a haber problemas de orden público, el Gobierno va a actuar con prudencia, moderación y sentido público", dijo el jueves una fuente gubernamental.
Más allá de la escenificación e incluso el resultado de una votación simbólica, el 10 de noviembre se abre un tiempo de diálogo del Govern con Madrid y previsiblemente con los partidos catalanes, lo que podría conducir a unas elecciones anticipadas en la región del noreste de España, a cuya economía aporta una quinta parte.
A pesar de que el reclamo independentista ha logrado poner de acuerdo a la mayoría del parlamento catalán en su frente común contra el Gobierno central, los expertos advierten de las enormes diferencias de agenda y disposición política de las dos principales fuerzas, los conservadores de CiU y la izquierda independentista de ERC.
De hecho, el gobierno regional ha tenido que prorrogar los presupuestos del año pasado ante la falta de apoyos parlamentarios para sacar adelante los de 2015.
Pese al carácter informal de la cita del domingo, una participación del 35 por ciento - unos dos millones de personas - se consideraría un éxito para ambas fuerzas.
Pero la coincidencia de objetivos puede acabar aquí. Mientras el actual presidente Artur Mas ya ha abierto la puerta a hablar con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, la ERC a la que los sondeos dan vencedora en unos eventuales comicios niega cualquier diálogo con el Estado español.
"Será difícil (la convocatoria), ya que los sondeos han confirmado que Esquerra Republicana de Cataluña ganaría unas elecciones. En cualquier caso, el Parlamento regional resultante estaría muy fragmentado, lo que podría impedir a ERC imponer su agenda, reduciendo por ello el riesgo de una declaración de independencia", dijo Antonio Barroso, analista en Teneo Intelligence.
Pero si Mas se ve obligado a llamar a las urnas ante la falta de apoyos en el Parlamento regional, su propósito sería ir en una candidatura única con las fuerzas separatistas con un programa corto de gobierno y la pretensión de hacer una declaración de independencia, según varias fuentes de la Generalitat.
"Las elecciones son la última opción para el Govern", dijo una de las fuentes, que prefirió el anonimato.
REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN SOBRE LA MESA
Frente a la opción independentista, también hay un resquicio para un eventual acuerdo de los nacionalistas de Convergència i Unió con el Partido Socialista de Catalunya (PSC) que permitiría alargar la legislatura hasta su fin previsto en 2016.
Ese tiempo permitiría a Mas y Rajoy abordar las 23 propuestas, económicas y de infraestructuras en su mayoría, planteadas por el Gobierno catalán en julio para encauzar un diálogo que se quebró hace dos años con el "no" de Madrid a renegociar un pacto fiscal.
Desde Cataluña, que argumenta que aporta al Estado mucho más de lo que recibe, las reivindicaciones independentistas tienen su origen en la "afrenta" que supuso que el Tribunal Constitucional tumbase en 2010 gran parte de los artículos de un ansiado estatuto de autonomía que fue refrendado en 2006 por el parlamento nacional.
A pesar del enfrentamiento frontal que los dos gobiernos han mostrado en los últimos meses, tanto el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, como el líder catalán e incluso el principal partido de la oposición en el país (PSOE) han abierto la puerta en estos días a dialogar sobre una reforma de la Constitución de 1978 que podría alumbrar eventualmente incluso un estado federal.
A pesar de que hay coincidencia en que el sentimiento de agravio entre los catalanes ha crecido en los últimos meses por la vehemencia con la que Madrid ha instado a la prohibición de la consulta alternativa al referéndum ya prohibido en septiembre, el deseo real de independencia no está tan claro.
Según un sondeo reciente del Centro de Estudios de Opinión, pese a que un 49,1 por ciento de los catalanes se consideran independentistas, otro 48,5 dicen no serlo y prefieren un estad
Por Inmaculada Sanz y Elena Gyldenkerne
MADRID/BARCELONA (Reuters) - Cataluña celebra el domingo una controvertida consulta de autodeterminación que dará paso previsiblemente a un tiempo de diálogo entre los Gobiernos central y autonómico, para encajar en España a una región en la que en los últimos años se ha disparado el sentimiento independentista.
Un total de 5,4 millones de personas, un 72 por ciento de la población catalana, están llamadas a votar el 9-N, cuando centenares de miles de catalanes desafiarán la prohibición de Madrid y votarán en una especie de "clandestinidad consentida".
"Votaremos. No creo que nos impidan votar, ni en las calles ni en los colegios, no pueden evitar que todos a la vez entremos en los colegios a votar", dijo Carme Forcadell, presidenta del movimiento ciudadano Asamblea Nacional Catalana.
"No va a haber problemas de orden público, el Gobierno va a actuar con prudencia, moderación y sentido público", dijo el jueves una fuente gubernamental.
Más allá de la escenificación e incluso el resultado de una votación simbólica, el 10 de noviembre se abre un tiempo de diálogo del Govern con Madrid y previsiblemente con los partidos catalanes, lo que podría conducir a unas elecciones anticipadas en la región del noreste de España, a cuya economía aporta una quinta parte.
A pesar de que el reclamo independentista ha logrado poner de acuerdo a la mayoría del parlamento catalán en su frente común contra el Gobierno central, los expertos advierten de las enormes diferencias de agenda y disposición política de las dos principales fuerzas, los conservadores de CiU y la izquierda independentista de ERC.
De hecho, el gobierno regional ha tenido que prorrogar los presupuestos del año pasado ante la falta de apoyos parlamentarios para sacar adelante los de 2015.
Pese al carácter informal de la cita del domingo, una participación del 35 por ciento - unos dos millones de personas - se consideraría un éxito para ambas fuerzas.
Pero la coincidencia de objetivos puede acabar aquí. Mientras el actual presidente Artur Mas ya ha abierto la puerta a hablar con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, la ERC a la que los sondeos dan vencedora en unos eventuales comicios niega cualquier diálogo con el Estado español.
"Será difícil (la convocatoria), ya que los sondeos han confirmado que Esquerra Republicana de Cataluña ganaría unas elecciones. En cualquier caso, el Parlamento regional resultante estaría muy fragmentado, lo que podría impedir a ERC imponer su agenda, reduciendo por ello el riesgo de una declaración de independencia", dijo Antonio Barroso, analista en Teneo Intelligence.
Pero si Mas se ve obligado a llamar a las urnas ante la falta de apoyos en el Parlamento regional, su propósito sería ir en una candidatura única con las fuerzas separatistas con un programa corto de gobierno y la pretensión de hacer una declaración de independencia, según varias fuentes de la Generalitat.
"Las elecciones son la última opción para el Govern", dijo una de las fuentes, que prefirió el anonimato.
REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN SOBRE LA MESA
Frente a la opción independentista, también hay un resquicio para un eventual acuerdo de los nacionalistas de Convergència i Unió con el Partido Socialista de Catalunya (PSC) que permitiría alargar la legislatura hasta su fin previsto en 2016.
Ese tiempo permitiría a Mas y Rajoy abordar las 23 propuestas, económicas y de infraestructuras en su mayoría, planteadas por el Gobierno catalán en julio para encauzar un diálogo que se quebró hace dos años con el "no" de Madrid a renegociar un pacto fiscal.
Desde Cataluña, que argumenta que aporta al Estado mucho más de lo que recibe, las reivindicaciones independentistas tienen su origen en la "afrenta" que supuso que el Tribunal Constitucional tumbase en 2010 gran parte de los artículos de un ansiado estatuto de autonomía que fue refrendado en 2006 por el parlamento nacional.
A pesar del enfrentamiento frontal que los dos gobiernos han mostrado en los últimos meses, tanto el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, como el líder catalán e incluso el principal partido de la oposición en el país (PSOE) han abierto la puerta en estos días a dialogar sobre una reforma de la Constitución de 1978 que podría alumbrar eventualmente incluso un estado federal.
A pesar de que hay coincidencia en que el sentimiento de agravio entre los catalanes ha crecido en los últimos meses por la vehemencia con la que Madrid ha instado a la prohibición de la consulta alternativa al referéndum ya prohibido en septiembre, el deseo real de independencia no está tan claro.
Según un sondeo reciente del Centro de Estudios de Opinión, pese a que un 49,1 por ciento de los catalanes se consideran independentistas, otro 48,5 dicen no serlo y prefieren un estado autonómico como el actual o un modelo federal.
"Al final el que manda es el Gobierno español. No te puedes ir y punto. España solo hay una", dijo el trabajador hospitalario José Jiménez a Reuters en Barcelona.