Por Inmaculada Sanz
Barcelona (Reuters) - Cataluña se vistió de independencia el domingo, cuando más de dos millones de personas desoyeron la prohibición de la consulta y acudieron a improvisados recintos electorales para depositar su voto sobre la autodeterminación en testimoniales urnas de cartón.
Según datos del Gobierno regional, unos 2,25 millones de personas acudieron a los 1.317 locales habilitados para una votación simbólica que transcurrió con normalidad pese al algún incidente aislado.
Con el 88,4 por ciento escrutado, un 80,7 por ciento de los participantes votaron afirmativamente a la doble pregunta: Sí, quiero que "Cataluña sea un estado" y Sí, quiero que "ese estado sea independiente". Un 10,11 por ciento votó "sí" a la primera y "no" a la segunda, mientras que un 4,55 optó por el "no" a las dos.
"La gente de Cataluña ha dejado bien claro que quiere gobernarse a sí misma, es una vieja reivindicación (..) que es compatible con la constitución de una Europa fuerte y unida", dijo el presidente catalán, Artur Mas, al concluir una jornada que calificó de "éxito total".
La iniciativa de la Generalitat de preguntar a los catalanes, prohibida en dos formatos distintos por el Tribunal Constitucional a instancias del Gobierno central, tenía para muchos cierto simbolismo.
"Me hubiera gustado votar en referéndum, pero al menos que se tenga claro que queremos votar", dijo Angels Costa, de 52 años, propietaria de dos tiendas, tras votar en un barrio burgués de la Ciudad Condal.
"Si no nos entienden, si no nos respetan, es mejor cada cual por su lado. Nos hubiera gustado ser un estado federal pero ya no es posible, nos han pisado demasiado", añadió.
Muchos eran también conscientes del carácter parcial de una consulta a la que estaban llamados a votar 5,4 millones de catalanes mayores 16 años.
"Mucha gente que hubiera votado en contra (de la independencia) no va a venir (a votar), igual saldrá un 80 ó 90 por ciento de sí/sí, pero no es el reflejo de la realidad", explicó Ana Ibarz, maestra y voluntaria en el proceso a sus 29 años.
EL DERECHO A VOTAR
Independientemente del resultado, los políticos proconsulta consideraron su celebración un éxito democrático.
"Nos hemos ganado el derecho a un referéndum definitivo", dijo Mas tras votar rodeado de decenas de simpatizantes que lo vitoreaban y le daban las gracias por impulsar la iniciativa.
Mas confirmó que a lo largo de la semana conversará con el presidente Mariano Rajoy, que al igual que el principal partido de la oposición en el país (PSOE), ha abierto la puerta a dialogar sobre una reforma de la Constitución de 1978 que podría alumbrar eventualmente un estado federal.
Sin embargo, el ministro de Justicia, Rafael Catalá, calificó el proceso de "simulacro inútil", añadiendo que la Fiscalía recaba datos para evaluar posibles acciones legales.
"Ha sido un acto de pura propaganda política (..) que carece de efectos jurídicos y que sólo ha servido para enfrentar a los catalanes", dijo el ministro en una comunicación institucional.
No fue el Gobierno del Partido Popular el único en rechazar la jornada, puesto que la formación nacional Unión Progreso y Democracia (UPyD) pidió sin éxito la detención de Mas y la retirada de las urnas durante la jornada.
"Ladran, luego cabalgamos", dijo Mas al respecto parafraseando El Quijote.
LAS DOS ESPAÑAS, LAS DOS CATALUÑAS
Mientras que los catalanes que acudían a votar emocionados expresaban su convicción de que Cataluña algún día será independiente, otros muchos - un 48,5 por ciento, según el último sondeo del Centro de Estudios de Opinión dependiente de la Generalitat - quieren seguir formando parte de España.
"En un mundo que tiende a unirse, es absurdo separarse, yo votaré que no por eso, soy ciudadana del mundo. Me parece que muchos votan sí por hartazgo con Madrid", dijo una barrendera de 51 años junto a uno de los colegios que albergan las urnas. Explica que su marido y sus dos hijos votarán que sí.
Cataluña, una región industrial que goza de amplia autonomía dentro de un país a cuya economía aporta una quinta parte, ha vivido en los últimos años un auge del independentismo al calor de una profunda recesión económica en España y de unas relaciones cada vez más tensas con el Gobierno central.
El hervor de las reivindicaciones independentistas recientes se remonta a la "afrenta" que supuso que el Tribunal Constitucional tumbase en 2010 parte de un ansiado estatuto de autonomía que fue refrendado en 2006 por el Parlamento nacional.
Conflictos sobre la identidad lingüística - el ministro de Educación, José Ignacio Wert, dijo hace unos meses que quería "españolizar" a los alumnos catalanes - no han ayudado, como tampoco la radicalización del Ejecutivo catalán, que llegó a organizar una jornada sobre la supuesta represión histórica del Estado contra Cataluña.
"En España cada vez nos quieren menos (...) España me ha hecho nacionalista, no hay derecho que en una escuela un niño tenga que hablar por imposición más en castellano que en catalán", dice Josep Catasus, un anciano de 78 años, tras votar.
Fuera de Cataluña, algunos menosprecian el proceso, mientras que el propio Rajoy apelaba el sábado a la "vuelta a la cordura", al tiempo que aseguraba que mientras él gobernase "nadie romperá la unidad de España".
La ruptura entre los gobiernos regional y central es de tal magnitud que ha llevado a acuerdos en otros tiempos impensables entre los conservadores de Convergència i Unió y los independentistas de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC).
Confirmado el resultado exitoso para los secesionistas, Mas afrontará ahora presiones para convocar en breve elecciones plebiscitarias en las que podrían ir en coalición CiU, actualmente en el poder, y ERC, a los que los sondeos dan como la fuerza más votada.
"Desde ERC, con toda modestia y firmeza, esperamos que esto se convierta en un paso más, un paso importante y definitivo para obtener una mayoría proindependentista en el Parlamento catalán que permita proclamar la independencia de Cataluña", dijo el líder de Esquerra Republicana de Catalunya, Oriol Junqueras, a Reuters Televisión.
(Información adicional de Elena Gyldenkerne; Escrito por Carlos Ruano; Editado por Francisco Pazos)