Por Nidal al-Mughrabi y Luke Baker
GAZA (Reuters) - Tres meses después de la guerra en Gaza, Sadeeqa Naseer todavía vive en una área de explosión. Los bombardeos convirtieron en escombros los dos pisos superiores de su edificio de tres pisos en la población de Beit Hanoun, en la Franja de Gaza.
Treinta y cinco personas se refugian en la planta baja, donde los agujeros resultantes de los proyectiles de los tanques han sido cubiertos con láminas de plástico que hacen poco por evitar la lluvia y el viento frío cuando se acerca el invierno.
Alguien se las ingenió para tender un cable eléctrico desde un edificio cercano proporcionando suficiente energía para hacer funcionar una nevera y una única lámpara durante la noche. Pero no hay cemento para reconstruir, y nadie consigue una excavadora para apartar los escombros. Los hombres intentan inútilmente romper el cemento con martillos.
"¿Quién podría vivir aquí?", pregunta Naseer, de 60 años, que dice no haber recibido ayudas de las Naciones Unidas ni de nadie.
Desde la guerra en julio y agosto entre Israel y el grupo islamista Hamás que gobierna en Gaza, en la cual más de 2.100 palestinos y 70 israelíes murieron, apenas se han hecho avances en el proceso de reconstrucción del devastado territorio, a pesar de los 5.000 millones de dólares prometidos por donantes.
Israel vigila estrechamente las importaciones de materiales y equipo de construcción en Gaza, argumentando que de otro modo podría usarse para reconstruir los túneles usados por los milicianos de Hamás para controlar la Franja y llevar a cabo los ataques.
Las autoridades palestinas y los críticos con la política de Israel dicen que se ha hecho imposible la reconstrucción, dejando a 40.000 de los 1,8 millones de residentes de la Franja en refugios temporales y miles más enfrentándose al invierno en ruinas apenas habitables.
"El cemento y la grava están siendo regulados como si fueran armas nucleares", dijo Sari Bashi, cofundador de Gisha, una organización israelí que supervisa el acceso a Gaza y dice que sólo una mínima parte del cemento necesario para satisfacer la demanda llega a la Franja.
Un responsable del Gobierno israelí dijo que Israel estaba dispuesto a ayudar de cualquier manera para garantizar que la reconstrucción de Gaza avance rápidamente, pero también quería estar seguro de que Hamás no estaba reconstruyendo su infraestructura.
MINISTRO MENOS AFORTUNADO
"Soy el ministro de Vivienda menos afortunado del mundo", dijo Mufeed al-Hasayna, un hombre de negocios que pasó la mayor parte de su carrera en Nueva Jersey antes de unirse a un Gobierno palestino tecnócrata formado este año para unir Gaza con Cisjordania.
Según Hasayna, Gaza necesita 8.000 toneladas de cemento al día para satisfacer la demanda. Un nuevo sistema establecido con las Naciones Unidas para cumplir con los requisitos israelíes permite atravesar un máximo de 2.000, dijo.
A este ritmo, la reconstrucción llevará más de 30 años, dijo Hasayna, uno de los cuatro miembros del Gobierno de unidad asentado en Gaza en lugar de Cisjordania.
"Tenemos 18.000 edificios totalmente destruidos y alrededor de 50.000 parcialmente destruidos", dijo. "Antes de la guerra Gaza necesitaba unos 70.000 apartamentos nuevos al año para mantener el ritmo de crecimiento de la población. Ahora, después de la guerra, Gaza necesita unas 150.000 nuevas viviendas".
Desde la guerra, la electricidad ha sido parcialmente restaurada por lo que la energía ahora se corta solo ocho horas al día. Aunque casi no hay agua potable.
Pero en términos de limpiar las enormes montañas de escombros y hierro retorcido, reconstruir las casas y arreglar las calles, puentes y otra infraestructura, casi nada ha sucedido.
Para satisfacer las demandas israelíes de rastrear todo el cemento, Naciones Unidas presentó un estricto mecanismo con video y control de GPS de los materiales, que solo pueden ser transferidos por proveedores comprobados.
Para un palestino común que no tiene acceso a los suministros oficiales, si pueden encontrar cemento, lo pueden comprar en el mercado negro a más de 50 dólares la bolsa, más de siete veces el precio normal.
Limpiar los escombros es casi imposible, con poco acceso a excavadoras.
"Treinta y cinco personas viven en condiciones que no serían tolerables sin la ayuda de Dios", dijo Naseer. "Queremos reconstruir nuestra casa antes de que nos maten el frío y las enfermedades", agregó.