Por Sylvia Westall
GAZA (Reuters) - El palestino Ibrahim Mohamed al-Toum, de 85 años, duerme sobre un delgado colchón sobre el suelo de una escuela de Gaza, tras verse desplazado por tercera vez en seis años.
Toum, que cultiva naranjas y limones, ha visto cómo bombardeaban su hogar en el norte de Ciudad de Gaza en los tres conflictos entre israelíes y palestinos desde 2008. No tiene ni idea de por qué le tocado esta suerte.
"¿Por qué lo hicieron? ¿Por qué? ¡No es justo, no es justo! Yo soy un hombre pacífico", dice, sentado en el colchón en la escuela, rodeado de miembros de su numerosa familia.
Sea como sea, no culpa a las autoridades palestinas en la Franja de Gaza, un territorio costero de 1,8 millones de personas que desde 2007 está gobernado por la milicia islamista de Hamás.
Israel dice que Hamás es responsable porque utiliza zonas residenciales como depósitos de armas y lanzaderas y de cohetes, lo que la convierte en objeto de los ataques israelíes.
Sin embargo, según Toum son poderes ajenos a Gaza los que pueden hacer algo para parar el conflicto, no las autoridades del territorio.
"Los países árabes estaban dormidos cuando Israel golpeó", dijo Toum. "La solución está en los países árabes, en Estados Unidos, para que presionen a Israel. No quiero más guerra, ¿por qué hay una guerra?".
Egipto está ejerciendo de mediador en una nueva ronda de conversaciones indirectas entre palestinos e israelíes, pero en el contexto de las crisis que sufren los países del norte de África y Oriente Próximo, desde Libia hasta Irak, la atención del mundo árabe a la causa palestina es menor que en ocasiones anteriores.
Y todo ello pese al mayor número de víctimas mortales - 1.938 palestinos y 67 israelíes - que en enfrentamientos anteriores en Gaza.
Los activistas de la zona dicen que el conflicto, que ya dura un mes, ha desplazado a unos 520.000 palestinos en la Franja de Gaza, y al menos la mitad, como Toum y su familia, han buscado refugio en campamentos de Naciones Unidos establecidos en colegios.
NUEVO ALTO EL FUEGO
Tras el alto el fuego acordado el domingo, algunas familias comenzaron a regresar a sus hogares el lunes, echándose bolsas y colchones a los hombros o cargando carros tirados por burros.
Toum no sabe decir cómo va a reparar su casa otra vez. Cuando el Ejército israelí advirtió de que bombardearía su distrito el mes pasado, este padre con diez hijos dejó el barrio de Tawam, un barrio del norte de Gaza.
Tawam estaba antes cubierto de granjas y huertos pero durante la vida de Toum se ha convertido en un terreno lleno de viviendas de cementos que han reducido a la mínima expresión los terrenos agrícolas. A Toum le preocupa que sus árboles de cítricos no estén recibiendo suficiente agua durante la guerra y cree que deben de haber muerto.
Esta vez el barrio ha sufrido daños relativamente menores en las batallas entre soldados israelíes y militantes palestinos. Hay varios hogares destruidos y una mezquita en ruinas, con la cúpula hecha escombros en el suelo.
Cuando comenzaron los combates, Toum viajó al campamento en la escuela de la ONU montado en un carro tirado por un burro con los miembros de su familia, con dos colchones y una burda manta gris - que después sería compartida por cuatro personas - como únicas posesiones.
Su sencilla vivienda de hormigón fue bombardeada posteriormente, de manera que dos de sus cuatro muros se vinieron abajo. Toum intentó regresar con su esposa Amena, de 75 años, pero la zona era demasiado peligrosa.
"Cuando intenté volver con mi mujer a recuperar parte de nuestras posesiones, volvieron a bombardear, durante el Ramadán. Este año no tuvimos la festividad de Eid por la guerra", dice.
Es una experiencia que ya ha vivido dos veces antes. En cada ocasión el viaje al campamento le lleva hasta una hora, "en función de la salud del burro", dice.
"En 2008 vinieron aviones y bombardearon la casa. Vine a una escuela de refugiados en Gaza. Vivimos a base de pan y latas de pescado 23 días. Después volvimos a Tawam y habían destruido mi casa", dice, y se pone a llorar quedamente.
La ONU le dio 4.000 euros para que reconstruyera su casa, pero cuatro años después la bombardearon por segunda vez.
En 2012, Toum estaba en el dormitorio cuando comenzaron los bombardeos. Cuando regresó tras varios días en un campamento de refugiados, las paredes de la habitación estaban acribillados con balas y había un agujero enorme cerca de la ventana.
Esta vez dice que se quedará en la escuela hasta que en su casa vuelva a haber agua y electricidad y sienta que la zona vuelve a ser seguro.
"Pero en ningún lugar se está como en casa", dijo.