Por Blanca Rodríguez
MADRID (Reuters) - Alrededor de 35 millones de electores están llamados el domingo a las urnas en España para elegir a sus representantes locales y autonómicos, en unos comicios cuyos resultados se leerán necesariamente en clave nacional ante la cercanía de las elecciones generales previstas a final de año.
Aunque el gran porcentaje de indecisos e incluso de voto oculto deja muy abierto el desenlace de las elecciones que configurarán el nuevo mapa político del país, los analistas coinciden en que la fragmentación y la necesidad de pactar serán dos de los conceptos más repetidos el lunes postelectoral.
Los sondeos dan por seguro que los votantes castigarán en las urnas a los dos partidos que han dominado tradicionalmente las instituciones del país, Partido Popular (PP) y Partido Socialista Obrero Español (PSOE), lo que podría suponer el principio del fin de la hegemonía bipartidista.
Podemos y Ciudadanos, dos formaciones emergentes que han capitalizado el rechazo a las medidas de austeridad aplicadas durante la crisis y sobre todo el hastío y desengaño ante una clase política considerada alejada de los ciudadanos, aparecen como las principales beneficiadas de este cambio de mentalidad del votante español.
Para esa mayor implicación ha tenido un peso decisivo, especialmente entre los jóvenes, el ciberactivismo y la apertura de los partidos a las redes sociales en un momento en el que la población exige más democracia y participación en la vida pública.
Aún está por ver sin embargo si el empuje de estos dos partidos que propugnan el cambio y la apertura de las instituciones a los ciudadanos será suficiente para desbancar de las administraciones locales y autonómicas al PP y al PSOE.
El último sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas apuntaba a la pérdida de la mayoría absoluta de un PP al que pasa factura la corrupción en casi todas las regiones y ciudades donde gobierna, pero las encuestas le mantienen en cabeza por número de votos, abocándole a pactar para gobernar.
En un panorama volátil no visto en décadas, el CIS refleja que el elevado número de indecisos - entre el 24 por ciento de Madrid capital y el 49 por ciento de Barcelona - será clave en una cita en la que se prevé más participación que en 2011.
RIESGO DE PARÁLISIS
Las elecciones andaluzas de marzo, en las que el PSOE fue el partido más votado aunque sin mayoría absoluta, demostraron que el bipartidismo puede estar herido, pero no muerto, y su capacidad para reaccionar y pactar tras el 24M puede ser clave para las generales previstas para noviembre.
De momento, la fragmentación del nuevo Parlamento andaluz ha resultado en un bloqueo para formar gobierno que podría repetirse en otras regiones, con el riesgo de parálisis institucional en un año clave para la recuperación del país despúes de una larga crisis económica.
Precisamente el PP ha jugado la carta del miedo durante toda la campaña, repitiendo hasta la extenuación que optar por Ciudadanos o Podemos pondrá en riesgo la mejora de la economía y prometiendo nuevas bajadas de impuestos y creación de millones de empleos para la próxima legislatura.
Los dos nuevos partidos se disputan desde el centro y la izquierda el liderazgo del cambio con mensajes que apelan a la iusión y la necesidad de una alternativa que ponga al ciudadano como protagonista de las instituciones, mientras que el PSOE se presenta como la apuesta de los que quieren un cambio, pero seguro.