Por Giulia Paravicini
ADÍS ABEBA, 18 nov (Reuters) - Los gobernantes de la rebelde región de Tigray en Etiopía se negaron el miércoles a rendirse ante las tropas federales y, en cambio, afirmaron que estaban ganando una guerra que ha exacerbado las fracturas étnicas en la vasta nación y desestabilizado aún más el Cuerno de África.
"Tigray es ahora un infierno para sus enemigos", declararon en un comunicado sobre la ofensiva de dos semanas. "La gente de Tigray nunca se arrodillará".
Ignorando los llamados internacionales para entablar conversaciones, el gobierno del primer ministro Abiy Ahmed también se está atribuyendo importantes victorias y afirma que sus fuerzas están marchando sobre Mekelle, la capital de Tigray, y que triunfarán en breve.
La guerra ha provocado cientos y posiblemente miles de muertes en ambos lados, ha hecho que 30.000 personas huyan a Sudán y ha puesto en tela de juicio la reputación del líder más joven de África, que ganó un Premio Nobel de la Paz en 2019 por un pacto de paz con Eritrea.
Abiy, de 44 años, ordenó ataques aéreos y envió soldados a Tigray el 4 de noviembre después de acusar al partido gobernante local, el Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (TPLF), de revuelta y ataque a una base del gobierno.
El TPLF dice que su ex camarada militar y ex socio político ha estado persiguiendo a su grupo étnico y destituyendo a funcionarios de Tigray de altos cargos de seguridad y gobierno desde que asumió el cargo en 2018.
En una extensa declaración, los líderes de Tigray acusaron a las fuerzas federales de atacar a civiles, iglesias y hogares, mientras bloqueaban internet, la electricidad y los servicios bancarios. Cientos de miles de personas han sido desarraigadas de sus hogares, aseguraron.
Sin embargo, las fuerzas tigrayanas habían capturado tanques y artillería y pronto expulsarían a sus enemigos a pesar de ser superados en número, agregó.
El gobierno niega que esté apuntando a civiles.
(Información de Giulia Paravacini en Adís Abeba, Duncan Miriri, Katharine Houreld y David Lewis en Nairobi; escrito por Andrew Cawthorne; editado en español por Janisse Huambachano)