Por Tim Cocks y Tiemoko Diallo
BAMAKO (Reuters) - Los malienses votaban el domingo para decidir si otorgan al presidente Ibrahim Boubacar Keita un segundo mandato, en medio de brotes generalizados de violencia étnica y yihadista que han empeorado dramáticamente desde que asumió el poder hace cinco años.
Otras dos decenas de candidatos disputaban la presidencia en una nación ocupada en su mayor parte por el desierto del Sáhara que ha sido fracturada por una rebelión tuareg y grupos de militantes islamistas en sus zonas norte y central desde los anteriores comicios en 2013.
La inseguridad es tal que en algunas partes del país la votación no tendrá lugar, y la misión de observación de la Unión Europea instó el sábado al gobierno a publicar una lista de lugares donde no se podrá votar, a fin de calmar las sospechas de los candidatos de "centros de votación ficticios".
La amenaza de la violencia estaba en la mente de los votantes, lo que podría reducir la participación en un país donde solo vota de media el 40 por ciento del censo. En esta ocasión, están llamados a votar ocho millones de votantes.
En Tombuctú, mil kilómetros al suroeste de la capital, Bamako, Hama Diallo, de 32 años, solo esperaba un futuro más seguro. "Espero que el presidente electo haga de la seguridad una prioridad, sin la cual nada es posible".
El jefe de la misión observadora de la UE, Cecile Kyenge, dijo que la misión había sido informada de ciertos incidentes en el norte y el centro, sobre los cuales se negó a dar detalles, pero dijo que por lo demás la votación había comenzado pacíficamente.
En los últimos tres años, los ataques yihadistas se han triplicado y las muertes violentas se han duplicado, según la web del grupo de análisis Malilink. Los islamistas se han extendido desde el norte hasta el centro e incluso han llegado a atacar Bamako -como en 2015, cuando hombres armados mataron a 20 personas en una incursión contra un hotel-, así como a países vecinos de Mali.
Los grupos islamistas suponen la mayor amenaza para los intereses occidentales en el Sáhara. Han golpeado objetivos extranjeros y han secuestrado a decenas de occidentales, a menudo manteniéndoles detenidos durante años hasta que reciben rescates multimillonarios en dólares.
(Información adicional de Marina Depetris en Bamako y Maita Moro en Tombuctú; Editado en español por Tomás Cobos en la redacción de Madrid)