BAGDAD, 4 nov (Reuters) - Miles de manifestantes antigubernamentales se reunieron el lunes en el centro de Bagdad, desafiando la petición del primer ministro de poner fin a las protestas que, según él, están costando miles de millones de dólares a la economía iraquí y perturbando la vida cotidiana.
Las protestas, que comenzaron el 1 de octubre, han interrumpido casi dos años de relativa estabilidad en Irak. Más de 250 personas han muerto.
A pesar de la riqueza petrolera del país, muchas personas viven en la pobreza y tienen un acceso limitado al agua potable, la electricidad, la atención sanitaria o la educación.
"Los jóvenes han vivido dificultades económicas, explosiones y opresión. Queremos erradicar completamente a esta élite política. Queremos deshacernos de esta banda, entonces quizás podamos descansar", dijo un manifestante, que no deseaba ser identificado, que había acampado durante la noche en la plaza Tahrir de Bagdad.
El primer ministro, Adel Abdul Mahdi, hizo un llamamiento a los manifestantes el domingo por la noche para que suspendieran su movilización, la cual, según él, había logrado sus objetivos y estaba perjudicando a la economía.
El primer ministro ha dicho que está dispuesto a dimitir si los políticos se ponen de acuerdo sobre un reemplazo y prometen una serie de reformas, pero los manifestantes dicen que eso no es suficiente y que toda la clase política tiene que irse.
Las operaciones en el principal puerto iraquí del Golfo, Umm Qasr, que recibe la mayor parte de las importaciones de cereales, aceite vegetal y azúcar del país, han estado completamente paralizadas desde el miércoles.
La ira por las dificultades económicas y la corrupción está dirigida al sistema sectario de reparto del poder de gobierno introducido en Irak después de 2003 y a las élites políticas que se benefician de él.
La clase política es vista por muchos como subordinada a uno u otro de los principales aliados de Bagdad, Estados Unidos e Irán, que utilizan a Irak como un sustituto en una lucha por la influencia regional.
Cientos de manifestantes se reunieron durante la noche frente al consulado iraní en la ciudad santa chií de Kerbala y trataron de prenderle fuego. Las fuerzas de seguridad los dispersaron utilizando gas lacrimógeno y munición real, según fuentes médicas y de seguridad. Al menos 10 personas resultaron heridas, cuatro de ellas por disparos.
(Información de Ahmed Aboulenein; Traducido por Emma Pinedo)