Por Iván Castro y Enrique Andrés Pretel
MANAGUA (Reuters) - El presidente Daniel Ortega habría ganado el domingo una reelección por arrolladora mayoría para un tercer mandato consecutivo, impulsado por un ambiente de progreso que ha neutralizado las denuncias de que busca establecer una "dictadura familiar".
El exguerrillero marxista de 70 años y abanderado del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) logró un 71,3 por ciento de los votos con el 21,3 por ciento de las juntas receptoras de votos contabilizadas, según el primer boletín de la autoridad electoral.
Con estas cifras el FSLN además renovaría su amplia mayoría de los 92 diputados de la Asamblea Nacional, que ha sido clave para afianzar el poder de Ortega, tras una jornada electoral sin incidentes con una participación del 65 por ciento.
El resultado estuvo en línea con la previsión de las encuestas, que otorgaban a Ortega y a su esposa y compañera de fórmula, Rosario Murillo, un 70 por ciento, impulsados por sus exitosos programas sociales y a un mejor clima de negocios en uno de los países más pobres de Latinoamérica.
Mientras, su más cercano rival, Maximino Rodríguez, lograba el 16,4 por ciento con el Partido Liberal Constitucionalista, de centro derecha, desplazando a la vieja guardia de la oposición que había llamado a boicotear los comicios como protesta ante la "farsa electoral".
Ortega, que apareció poco durante la campaña, ha prometido defender los logros de su "revolución socialista, cristiana y solidaria", con la que redujo la pobreza en un 13 por ciento en la última década, según datos oficiales.
"En este día estamos ratificando nuestro compromiso con la paz que tanto ha costado a nuestro pueblo conquistar. Mucha sangre ha corrido, mucho dolor", dijo Ortega, que llegó a un colegio cerca de su casa en Managua manejando su camioneta acompañado de Murillo, entre fuertes medidas de seguridad.
"Este es un voto para la paz, para la estabilidad, para la seguridad de las familias nicaragüenses", dijo el mandatario, de 70 años, vestido con camisa roja y una chaqueta color crema.
Sin embargo, sus adversario lo acusan de ser autocrático y de utilizar la justicia para eliminar los límites constitucionales a la reelección y aplastar a sus enemigos.
Estados Unidos y organizaciones internacionales han expresado sus dudas sobre la desintegración del Partido Liberal Independiente y la negativa de Ortega a aceptar observadores internacionales, que criticaron la falta de transparencia en comicios pasados.
Un equipo de la Organización de Estados Americano (OEA), cinco ex presidentes de la región y un grupo de expertos fueron invitados a "acompañar" los comicios por el poder electoral, al que la oposición acusa de estar plegado al Gobierno.
La alianza de Ortega con los empresarios ha ayudado a Nicaragua a crecer un 5 por ciento promedios en los últimos cinco años, impulsado por las principales exportaciones -carne, café y oro- así como por las remesas y la inversión extranjera.
Si se afianza el poder, los mayores retos para el mandatario serán la caída de la cooperación venezolana y la amenaza de que Washington impulse la iniciativa Nica Act para frenar la ayuda multilateral al país centroamericano.
La crisis política y económica de Venezuela está mermando la ayuda financiera que ha sido clave para impulsar programas sociales y subsidios energéticos con responsabilidad fiscal. La oposición denuncia que esos fondos también fueron a parar a negocios privados vinculados a Ortega.
Además, las elecciones en Estados Unidos el martes podrían alterar la relativamente cordial relación que mantuvo con su viejo enemigo ideológico de la Guerra Fría durante el Gobierno de Barack Obama, que no le impidió seguir cultivando sus alianzas con Cuba, Rusia e Irán.
(Reporte adicional de Alexandra Alper. Editado por Javier López de Lérida y Carlos Aliaga)