Por Angus MacSwan
EDIMBURGO (Reuters) - Alex Salmond no lleva la tradicional espada de dos filos y aparece ataviado con la falda escocesa con cuentagotas, y aun así ha llevado a Escocia más cerca de la independencia que cualquier guerrero escocés desde que se forjó la unión con Inglaterra hace 300 años.
Vestido con el traje típico de negocios, el líder del Partido Nacional Escocés ha usado la astucia, encanto y persistencia durante muchos años para construir un movimiento a favor de la independencia. Esta campaña alcanza su clímax el jueves, cuando los escoceses votan en referéndum si continúan formando parte del Reino Unido o no.
Si gana el "Sí" a la independencia sería una inmensa victoria personal para el primer ministro escocés pero incluso si pierde, las encuestas de opinión sugieren que será por un estrecho margen.
En vez de esconderse en un segundo plano, Salmond aún tendría que desempeñar un papel importante, sobre todo a la hora de hacer cumplir a los líderes británicos las promesas de más poderes para Escocia si los votantes optan por permanecer en Reino Unido.
Salmond prácticamente ha eliminado la gran ventaja del "No", ganándose a muchos escoceses con predicciones de un futuro próspero en un estado independiente libre de interferencias de una élite política británica con sede en Londres.
"El electorado se inclina por dar a Salmond el beneficio de la duda", dijo David Torrance, autor de la biografía 'Salmond: Against the Odds' (Salmond, contra pronóstico).
"Aunque en muchos sentidos es un personaje muy divisivo - puede alejar a la gente tanto como ganársela - los que están de su lado están preparados para apoyar lo que dice en gran medida", dijo Torrance a Reuters. "El cinismo que se destina a otros políticos a menudo se evita con él".
Muchos votantes han respondido bien a las afirmaciones de Salmond de que garantizará el Servicio Nacional de Salud pese a los problemas de financiación. Pero sus críticos y oponentes le acusan de silenciar puntos de vista divergentes y prometer "el paraíso terrenal" que no puede mantener.
La líder del partido laborista escocés Johann Lamont acusó la semana pasada a Salmond de dar lo mejor de sí mismo para dividir Escocia, con un nacionalismo corto de miras en sustitución del patriotismo.
"Nos han dicho que sólo hay un experto en este debate, sólo una persona en quien confiar - Alex Salmond - y tenemos que poner en riesgo nuestros puestos de trabajo, pensiones y el Sistema Nacional de Salud porque el lo dice" dijo.
Salmond dice que quiere una Escocia con más justicia social. "No se trata de una personalidad, no se trata del partido, se trata del futuro del país, y ahora pueden asegurar que es más próspero y seguro pero también un futuro más justo para Escocia", dijo a Reuters el execonomista de 59 años.