Por Inmaculada Sanz
MADRID (Reuters) - El auge de nuevas opciones políticas en una España de tradición bipartidista genera entre los votantes una indecisión insólita ante unas elecciones generales en las que los politólogos sólo se atreven a vaticinar la ausencia de mayorías absolutas.
Partido Popular, Partido Socialista Obrero Español, Ciudadanos y Podemos pugnan por un número récord de electores indecisos, más del 19 por ciento, que quieren votar el 20 de diciembre, pero que aún no saben por quién.
Esas dudas convierten la campaña en la más decisiva en décadas, volcándose los candidatos en llegar a una ciudadanía descontenta con sus dirigentes, la corrupción y los profundos recortes sociales de los últimos cuatro años.
"El promedio de impacto de las campañas en términos de conversión del voto es del 8 por ciento, ahora estimamos un porcentaje muy superior (..) hay gran volatilidad y gran cantidad de votos que pueden cambiar de mano", dijo a Reuters el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Carlos III Pablo Simón.
Los indecisos dirimirán la composición final de un Parlamento abocado a pactos y sin mayorías en el que, según el CIS preelectoral, la fuerza más votada sería el PP, seguida de cerca por PSOE y Ciudadanos (casi empatados) y a algo más de distancia por Podemos.
Centrando la campaña en su experiencia en gestión y en la economía, el PP pretende recuperar a quienes barajan optar por Ciudadanos -la opción emergente cuya ideología es más parecida a la del partido conservador- o quedarse en casa el 20D.
"Siempre he votado PP pero ya me han cabreado, con tanto paro y tanta sinvergonzonería mientras a mí me han subido el gasto en farmacia", dijo un anciano de 87 años que no quiso dar su nombre y que en las autonómicas de mayo votó a Ciudadanos.
Una quinta parte de los 10,8 millones que dieron al PP la mayoría absoluta en 2011 no lo tiene claro, ni siquiera los mayores de 65 años, tradicionalmente conservadores y que hoy se cuentan entre los más dudosos.
La movilización de este voto cobra más importancia si se tiene en cuenta que el censo de mayores de 55 años -los que más participan y los que más optan por PP-PSOE- ha crecido en casi un millón de personas, mientras que el de menores de 34 -más afines a los partidos nuevos- se ha reducido en un millón desde 2011.
"Si el PP no es capaz de movilizar a esa base electoral de más de 65 años que son su núcleo de votantes, eso beneficiará a los demás y su desplome sería superior al previsto", dijo Simón.
Pero también entre otro sector decisivo, el de los más jóvenes, abunda la indecisión. Es en este nicho en el que las nuevas formaciones parecen despertar más simpatías por las ganas de cambio.
"Solo he votado una vez en unas generales, en 2004, al poco de cumplir los 18, fue para echar al PP. Luego me decepcionó el PSOE y no he votado más, los políticos no me parecen creíbles. Lo que ha pasado en los últimos años, con esta actitud tan chulesca del PP otra vez, me hace pensármelo", explica Ismael, trabajador temporal de 31 años en una empresa de catering. "Si voy a votar, votaré a Podemos, son los únicos que parece que tienen propuestas que me convencen".
HASTA EL PITIDO FINAL
Un campo de batalla clave se dará en el centro ideológico, donde se sitúan tres de cada 10 de los indecisos, siendo las dudas menores entre los votantes que se dicen de izquierda, según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).
Con la esperanza de arañar votos en ambas direcciones y tras cobrar fuerza a raíz del buen resultado en Cataluña, Ciudadanos se coloca en ese centro con un discurso de regeneración tras una legislatura plagada de corrupción entre los viejos partidos.
"Ya no estamos tanto en la indignación, como en la oxigenación, y esa oxigenación el que mejor la simboliza es Ciudadanos", dijo el analista de Metroscopia José Pablo Ferrándiz, en un debate de la asociación universitaria Demos sobre el auge de nuevos partidos.
Los analistas estiman que hay que tener en cuenta que las formaciones nuevas consiguen mejores resultados en ámbito urbano y de clase media-alta, por lo que su alcance puede verse limitado en provincias donde la ley electoral les penalizará.
El PSOE, el partido por el que más simpatía sienten los españoles -según el CIS- pero que más votos puede perder ante Podemos y Ciudadanos, tratará de presentarse como el único con capacidad de echar de La Moncloa a Mariano Rajoy, el presidente peor valorado de la historia de la democracia.
Dado que el voto de última hora es clave en ambientes de incertidumbre como el actual, se espera una campaña dura en la que PP y PSOE traten de afear conductas de los líderes emergentes con poca experiencia política.
"Los que le hacen la autopsia al bipartidismo deben relativizar ese diagnóstico porque las encuestas dibujan una fotografía muy momentánea", dijo el asesor político Antoni Gutiérrez Rubi durante el debate de Demos.
"Las elecciones se van a ganar muy cerca del momento electoral, las últimas horas van a ser determinantes", añadió.