Por Josh Smith y Sangmi Cha
ANSAN, Corea del Sur, 15 mar (Reuters) - La provincia más poblada de Corea del Sur ha ordenado que todos sus trabajadores extranjeros se sometan a la prueba de COVID-19 antes del 22 de marzo, lo que ha provocado quejas por las largas colas y los problemas logísticos, así como por la xenofobia implícita en los mensajes del Gobierno.
La semana pasada, la provincia de Gyeonggi emitió una orden administrativa por la que se obligaba a todos los trabajadores internacionales a someterse a las pruebas después de que al menos 275 extranjeros dieran positivo, siendo muchos de los contagios causados por brotes en fábricas.
La provincia afirma que la orden abarca a unos 85.000 extranjeros registrados, así como a un número desconocido de posibles trabajadores indocumentados, y que los que no la cumplan podrían enfrentarse a multas de hasta 3 millones de wones (2.640 dólares).
Las redes sociales se llenaron de quejas de los residentes extranjeros: mala comunicación por parte del Gobierno, esperas de horas en los centros de pruebas donde era difícil mantener la distancia, y otros problemas.
El lunes, en un centro de la ciudad de Ansan, cientos de personas hacían una cola de unos 100 metros.
"Estoy de acuerdo en que todo el mundo debería hacerse la prueba del COVID, pero es muy agotador esperar durante horas", dijo Jin Dianshun, que trabaja en un restaurante y procede de China, tras llevar cuatro horas en la cola, después de haber estado esperando durante horas el sábado antes de ser rechazada.
"Estoy segura de que los coreanos habrían protestado si se hiciera lo mismo con ellos".
Un trabajador sanitario, que pidió no ser nombrado por no estar autorizado a hablar con los medios de comunicación, dijo que el centro temporal solía atender a unas 100 personas al día, pero que se disparó hasta una media de 1.400 personas tras la orden.
"El problema es que ya a las 7 de la mañana puede haber más de 2.000 personas haciendo cola", dijo el trabajador.
Hasta el domingo, 120.310 extranjeros se habían sometido a las pruebas, de los cuales 120 dieron positivo, dijo una autoridad provincial a Reuters.
Sin embargo, algunas personas se tomaron la orden como una invasión de los derechos humanos.
"Llevo años viviendo en Corea, pago una hipoteca, tengo un negocio, una familia, pago impuestos", dijo a Reuters por mensajería online John, un diseñador gráfico del Reino Unido que tiene su propio negocio y vive en Corea del Sur desde hace 10 años, y que pidió ser identificado solo por su nombre. "Sin embargo, nos tratan como si fuéramos el problema por el coronavirus. Me parece xenófobo y racista".
La directora de la Agencia de Control y Prevención de Enfermedades de Corea (KDCA), Jeong Eun-kyeong, dijo el lunes que la tasa de infecciones entre los trabajadores extranjeros era una situación de alto riesgo.
"No creemos que esto sea para discriminar o estigmatizar a los trabajadores extranjeros, y no debería aceptarse así", dijo.
Jeong dijo que la KDCA trabajaría con los gobiernos locales para mejorar la capacidad de las pruebas para resolver las largas esperas.
Una profesora universitaria estadounidense que lleva 15 años trabajando en Corea del Sur dijo que no tenía sentido hacer pruebas a personas como ella -que llevan casi un año dando clases en internet y rara vez salen- en lugar de arreglar la seguridad laboral en las fábricas que tuvieron brotes.
"No hay ninguna razón para obligar a los trabajadores extranjeros a hacer este test", dijo en un correo electrónico.
En Ansan, algunos lugareños negaron que hubiera animadversión racial, pero admitieron que la campaña los tranquilizaba.
"Como hay muchos extranjeros aquí, cada vez que entra un extranjero, me preocupa", dijo Hwang Mi-sun, propietaria de una tienda de ropa. "Ahora que están filtrando a todos, me da una sensación de seguridad".
(Información de Josh Smith y Sangmi Cha; información adicional de Hyonhee Shin; editado por Nick Macfie, traducido por Michael Susin en la redacción de Gdansk)