Para Uruguay, una economía pequeña y abierta, anclada en un barrio en donde los vecinos son significativamente más grandes, su suerte está ligada en gran medida a la de ellos.
De hecho, históricamente, el crecimiento de la economía uruguaya fue la semisuma del crecimiento de Argentina y Brasil, quienes, durante muchos años, fueron sus principales socios comerciales. En los últimos años Uruguay ha logrado desacoplarse del vecindario a raíz del boom del precio de los commodities, que permitió diversificar sus destinos de exportación.
Las políticas de control implementadas por el gobierno Kirchnerista luego de 2008 repercutieron de distinta forma en los sectores productivos de la economía uruguaya.
Empresas que tradicionalmente exportaban hacia Argentina, por ejemplo la textil, se vieron en serias dificultades a raíz de las políticas de permisos de importación implementadas por el gobierno. Otro de los sectores afectados fue el comercio en las ciudades de frontera, ya que la manipulación de precios internos y el mercado paralelo cambiario hicieron de Argentina un destino significativamente más barato lo que repercutió en un aumento del contrabando. El turismo se vio sumamente afectado por la imposibilidad de que los potenciales turistas argentinos puedan adquirir divisas a un precio competitivo.
Esas mismas políticas posicionaron a Uruguay cómo un destino más atractivo para inversiones por su previsibilidad institucional y macroeconómica. Ejemplo de ello es el sector agroindustrial, en donde los precios de la tierra una década atrás eran más bajos que en Argentina, lo que, combinado con la implementación de las detracciones para las exportaciones productos primarios para financiar el fisco argentino, incentivo el arribo de capitales a los campos uruguayos.
El arribo de Macri a la Casa Rosada con una visión más pragmática de las relaciones comerciales y diplomáticas genera en Uruguay buenas y malas noticias.
La primer reunión bilateral entre los presidentes de ambos países es per-se una buena noticia, máxime con el compromiso de Macri de adquirir el gas licuado de la regasificadora de Puntas de Sayago cuya construcción ya se inició y su viabilidad se veía comprometida por la falta de demanda.
Además, la liberación y unificación del mercado de cambios es una buena noticias para el sector turístico, que ya se reflejó en la pasada temporada estival. El mix: liberación de los precios domésticos, apertura al mercado de capitales y la financiación de parte de déficit fiscal primario con deuda en dólares, llevará probablemente a una situación de atraso cambiario por parte de Argentina que permitirá a sectores cómo el comercio y la algunas industrias ser más competitivos.
Pero las medidas aperturistas tanto comerciales cómo financieras del equipo económico, que están siendo vistas con buenos ojos por los inversores, prende luz amarilla en algunos sectores en la economía doméstica.
El plan de turismo recientemente anunciado para desarrollar las economías regionales es una alerta para los operadores turísticos, particularmente del noroeste uruguayo, pues compite con una oferta turística similar a la de su vecino pero con un rezago importante en términos de inversiones y costos operativos más altos.
En el sector agrícola, la eliminación de las retenciones de prácticamente todas a las exportaciones primarias, la caída del precio de los commodities agrícolas y la diferencia de productividad compromete la continuidad de las inversiones que arribaron años atrás.
A largo plazo, si los intentos de la recomposición del rodeo vacuno en Argentina tienen el efecto buscado por las autoridades pone dos desafíos para Uruguay: reaparición de un competidor que penetrará en los mercados internacionales y caída en precios por el aumento de la oferta mundial de carne en un mundo sin crecimiento.
El rumbo que el equipo económico argentino tiene trazado para los próximos meses deja del otro lado del río ganadores y perdedores, pero el retorno del diálogo político es una buena noticia.