La discusión ya no es, como lo fue durante el segundo semestre de 2014 y los primeros meses de 2015, si la Reserva Federal (Fed) finalmente subirá o no los tipos de interés y cuándo esto finalmente ocurrirá. Ya sabemos que lo hará, y que será pronto.
Así, la mayor economía del mundo volverá a sacudir al mundo financiero saliendo de casi siete años de tasas prácticamente en “cero”, luego que desde finales del año 2008 usara este recurso para reactivar su nivel de actividad, la cual se encontraba sumergida en una da las peores recesiones de su historia. Ahora bien, ¿qué efectos podría traer aparejado esto en el corto plazo?, veamos.
En una primera instancia se reduciría la oferta monetaria doméstica (en EE.UU.), apreciándose así el dólar estadounidense y consecuentemente ganando valor relativo contra los demás bienes, no sólo dentro de su economía si no respecto a los demás bienes del mundo por ser una moneda de referencia global.
Desde una perspectiva simple y para que se comprenda, existe una fuerte correlación entre la tasa de interés real y los precios, principalmente de las commodities (incluyendo petróleo, productos agrícolas, minerales, metales y otras materias primas). Los precios de estos productos generalmente suben cuando la tasa de interés real cae y viceversa, lo cual es causado básicamente por tres mecanismos:
- 1) Un mayor tipo de interés real incentiva la extracción de los commodities hoy en lugar de mañana, aumentando así su oferta y reduciendo el precio.
- 2) Desincentiva a las empresas a mantener inventarios por el costo de oportunidad que implica el almacenamiento.
- 3) Por mera especulación financiera, cuando la tasa de interés real es muy baja, se buscan otras opciones para invertir (bonos, acciones y materias primas).
Claramente, como dice uno de los proverbios más importantes en el mundo financiero: “el mercado lo descuenta todo”, indicando que en los precios ya se encuentra contenida toda la información disponible y las expectativas futuras, y esta no es la excepción.
Es así que, cada uno con sus variables explicativas individuales pero con la tasa de EEUU como referencia fija, tantos los commodities agrícolas, como los minerales, los metales, hidrocarburos e incluso las monedas han ido perdiendo valor en el último año (ver gráfico N°1).
Gráfico N°1: Índices por segmento de actividad (Enero 2014 – Julio 2015)
Fuente: Creación propia en base a Fondo Monetario Internacional
De cara al futuro veamos que se podría esperar para algunos de estos rubros:
Commodities agrícolas: No sólo impacta negativamente el valor relativo frente al dólar, sino que además la reciente devaluación del Yuan chino provoca un encarecimiento de las importaciones de la segunda economía mundial, pudiendo reducir la demanda de granos. Por último, si las perspectivas de buenas cosechas tanto en el hemisferio norte como en la campaña gruesa 2014/15 en esta parte del globo se mantienen, el precio podría verse perjudicado por un exceso de oferta.
Energía: El petróleo WTI sigue sin levantar cabeza, cotizando a 40 dólares por barril, su menor precio en los últimos cinco años, dejando así atrás las expectativas de recuperación de hace algunos meses que habían llevado su valor hasta los 60 dólares. Los precios del petróleo aún están presionados por nuevas señales de un creciente exceso de suministro y datos sobre la desaceleración de la demanda en China. Su tendencia aún es incierta, pero su recuperación en el corto plazo no pareciera ser hecho.
Metales preciosos: como era de esperar, el comportamiento evidenciado por el oro fue en contramano del resto de los activos. Esto es por su condición contracíclica al ser un bien al cual los inversores recurren como resguardo de valor cuando existen indicios de desestabilidad en los mercados. De esta forma en lo que va de agosto el metal creció un +7% hasta los 1.160 dólares por onza, aunque aún muy lejos del récord histórico de hace cuatro años (USD 1.826). Sin embargo según lo ya comentado, las volatilidades se moderarán y las expectativas se estabilizarán una vez que los tipos de EE.UU. fijen su nivel, encontrando así nuevas alternativas de inversión más rentables, reduciendo el apetito por el oro y manteniendo su precio no muy lejos de sus niveles actuales.