Se acaba el año y es hora de hacer balance. 2016o ha tenido su más y sus menos. Empezó con la peor debacle de las bolsas de toda la historia. Gracias a los banqueros centrales, se logró estabilizar la situación a partir de febrero, recuperar las pérdidas iniciales y entrar en una etapa de somnolencia, con escasos cambios.
Pero termina con el Dow Jones en récords históricos. La configuración del mundo empieza a cambiar: en Rusia, Vladimir Putin lleva años en el poder: desde el año 2000, que tuvo su primer mandato como presidente, ha estado en la órbita de poder. Y desde hace cuatro años, la revista Forbes lo considera como el hombre más poderoso del mundo. Pero Rusia, tradicionalmente un país antagonista a Estados Unidos, sobre todo para el ala más conservador, ha encontrado en el presidente electo Donald Trump a un aliado.
Ahora, los mercados parecen celebrar ese nuevo tándem, aunque no se conozcan muy bien sus intenciones. Así, el índice de referencia de Rusia, el RTS, ha sido el mejor del año, al haber trepado un 50%. Pues bien, gran parte de ese rally se explica tras la victoria de Trump el pasado 7 de noviembre: desde entonces hasta el cierre de hoy, el RTS voló un 19.2%. También es verdad que Rusia está saliendo de una grave recesión, en parte asociado al descalabro del petróleo y a las sanciones económicas impuestas a Rusia tras la anexión de Crimea. El rebote del petróleo junto con una relaciones más amigables con Estados Unidos están detrás de ese fabuloso rally.
Junto con Rusia, Wall Street ha festajado de manera grandiosa la vitoria de Trump, sobre todo el Dow Jones y dentro de él, el sector financiero y los sectores más cíclicos como el industrial o el minorista, así como el de energía. En el año, el Dow Jones se ha disparado casi un 14% y ha rozado los 20,000 pts, pero un 8.5% de ese avance lo ha logrado tras la victoria de Donald Trump. Más rezagados han estado el S&P’s 500, con una subida en el año del 10%, y el Nasdaq, con un rendimiento del 8.5%.
Además de Rusia y Wall Street, el año ha sido brillante para otras bolsas cuyos rendimientos están asociados, en buena medida, al comportamiento de las materias primas y sobre todo al petróleo. Es el caso de Brasil, un caso similar al de Rusia, uno de los países de los denominados BRICS, esos emergentes prometedores que se iban a comer el mundo pero que entraron en una grave recesión en los últimos años. Entre el desplome del petróleo y la crisis política, asociada sobre todo a su petrolera, Petrobras (NYSE:PBR), Brasil fue uno de los países más castigados. En enero, el Bovespa, su principal índice de referencia, se hundió a niveles no vistos desde el 2008, desde la Gran Recesión mundial. Pero luego el mercado ha rebotado con fuerza, en parte por la salida de su presidenta, Rousseff, destituida por el Congreso en una “moción de censura”, y en parte por el repunte de los precios de las materias primas. En el año, el Bovespa se ha elevado un 39% y también ha propiciado una recuperación de su divisa, el real brasileño.
Canadá, otro país con una fuerte dependencia de las materias primas y que contó con la victoria de Trump como otro aliado, ha visto como s índice de referencia, el TSX, se elevaba un 18%, mientras que Noruega, también beneficiado por el auge del petróleo, ha ascendido un 18% gracias al avance de su compañía petrolera, Statoil (OL:STL).
Frente al apogeo de esos mercados, también hubo perdedores. Estuvo sobre todo Italia: su índice de referencia, el FTSE MIB, ha perdido un 11% este año derivado de las dificultades políticas y la vulnerabilidad de su sistema financiero y la posible necesidad de un rescate al cual tuvo que ser sometido, de momento, Monte dei Paschi di Siena (MI:BMPS). China, una economía sometida a escrutinio debido a su elevado endeudamiento y formación de burbujas, vio como el Shangai Composite se redujo un 12% en el año.