Todos recordamos cuando el pasado agosto Elon Musk, fundador de Tesla (NASDAQ:TSLA), lanzó un Twitter afirmando que estaba considerando sacar a la compañía de Bolsa, a un precio de 420 dólares por acción, y que la financiación estaba asegurada. La acción se disparó inmediatamente un 7% y la SEC (regulador bursátil estadounidense) suspendió su cotización, hasta de nuevo volver a admitirla en el mercado. Tesla se revalorizó ese día cerca del 11%.
A 420 dólares por acción, la exclusión de Tesla ascendía a un total de 72.000 millones de dólares, frente a la capitalización de 58.000 millones que tenía un día antes del incendiario tuit.
Con la mosca detrás de la oreja, la SEC anunció que había abierto una investigación a Musk, para comprobar que dicha “financiación asegurada” estaba de verdad asegurada, y que el tuit cumplía una función de información verídica o si por el contrario la intención de ese mensaje era hacer rebotar el valor de la compañía (que no estaba pasando por sus mejores momentos). De ser así esto último, Musk incurriría en una infracción.
El regulador estadunidense se caracteriza por ser extremadamente escrupuloso en el funcionamiento de las bolsas en Estados Unidos, algo que en los últimos días se está echando en falta con el regulador bursátil español, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
¿Por qué no ha intervenido ya la CNMV en el ‘caso DIA’?
Desde que la compañía de alimentación emitió un comunicado el pasado lunes informando de una rebaja de su previsión de ventas, la suspensión del dividendo previsto para 2019 y, lo que es peor y/o más sospechoso para el mercado, el cambio radical en la cúpula directiva de la compañía, es un secreto a voces que todo esto responde a las intenciones del magnate ruso, Mikhail Friedman (que recientemente aumentó su participación en DIA (MC:DIDA) hasta el 29%, a través de su fondo Letterone), de aprovecharse de los fuertes desplomes de la compañía española en Bolsa para terminar lanzando una OPA barata.
Tras el comunicado, DIA perdía en una sola sesión el 50% de su capitalización, que se suma a la rebaja de más del 80% desde sus máximos, lo que da una idea del dinero que han perdido los accionistas de la compañía, ya sean grandes patrimonios o pequeños inversores que mantenían la confianza en el valor.
Mantenían la confianza porque la compañía había prometido la presentación de su nuevo plan estratégico este mes de octubre, algo que parece ahora que se va a retrasar, sin fecha definida. Un plan que aseguraba una reinvención de la estrategia de negocio de la firma, conocedora del modelo tradicional que hasta ahora estaba implementando y que ya no vale, en un sector altamente competitivo.
Pero la situación de la compañía ha cambiado. Tanto, que hasta Moody's (NYSE:MCO) ha rebajado la calificación de DIA de "Baa3" a "Ba2", por debajo del grado de inversión.
La función de la CNMV es velar por los intereses de los inversores, por la información veraz que las compañías cotizadas transmiten a los mercados y, sobre todo, por que no existan conflictos de intereses o intenciones ocultas cuando una compañía se desploma de repente (o, al contrario, se dispara misteriosamente).
¿Por qué la CNMV no ha intervenido en el valor? Y, lo más importante, ¿intervendrá en algún momento?
Cuando los analistas y expertos tienen la misma visión sobre lo que está ocurriendo en DIA, da que pensar. Ya saben el refrán: “Cuando el río suena, agua lleva”