Es una realidad que cuando las cosas no van bien o existen incertidumbres y temores en los mercados financieros en una moneda, provoca problemas a las entidades bancarias que no forman parte de la zona monetaria de cara a la financiación de sus activos vinculados a dicha moneda, básicamente porque no disponen de acceso directo al banco central extranjero que la emite. En cambio, si el banco central de su país tiene una línea swap con el banco central extranjero, puede suministrar a los bancos nacionales liquidez en la moneda que necesita sin tener que recurrir a sus reservas exteriores.
Ya en el 2008 el sistema financiero cojeaba y varios de los principales bancos centrales del mundo (la Fed, el BCE y el Banco de Inglaterra) pactaron un intercambio de divisas para garantizar que los bancos pudieran continuar accediendo a dólares, euros y libras. Este acuerdo nació con una idea temporal, pero entre una cosa y otra vino para quedarse.
En el 2011, el Banco de Inglaterra, el Banco de Canadá, el Banco de Japón, la Fed y el Banco de Suiza implementaron swaps para que estos bancos pudieran obtener las divisas del resto.
En el 2013 el BCE firmó un acuerdo de swaps de divisas con China.
A partir del 2015, los swaps han sido utilizados principalmente para conceder préstamos en dólares y francos suizos a los bancos de la zona del euro.
Y llegamos al 2019, en la actualidad. Asistimos a un nuevo acuerdo de swaps entre el BCE y el Banco de Inglaterra, un intercambio de divisas con carácter, al menos de momento, indefinido. El acuerdo consiste en que el Banco de Inglaterra ofrece financiación en euros (aportados por el BCE) al tiempo que el Banco de Inglaterra recibe a cambio libras. Es decir, El BCE y el Banco de Inglaterra sellan un acuerdo de swap de divisas para la provisión de euros a entidades de crédito del Reino Unido. De esta manera, El Banco de Inglaterra se ofrece para prestar euros semanalmente a entidades de crédito del Reino Unido, y el BCE recibirá libras esterlinas.
De este modo, tanto el BCE como el Banco de Inglaterra intentan que la incertidumbre generada por el Brexit más aun si cabe tras la dimisión de Theresa May pueda afectar a la economía y al sector financiero. Y es que claro, ahora la posibilidad de un Brexit duro, de un divorcio sin acuerdo aumentan considerablemente (incluso Trump ha metido baza en el asunto aconsejando a Reino Unido que se vayan de la UE y no paguen nada de la deuda).
Una pregunta que se escucha estos días es la siguiente: ¿Qué podría pasar con los acuerdos swap alcanzados entre el Banco Central Europeo y Reino Unido, así como entre entidades financieras británica y otras entidades europeas, si se produce un 'Brexit' duro? La respuesta en la siguiente: precisamente estos acuerdos se activaron para sostener la estabilidad del sistema financiero y para garantizar el abastecimiento de euros y de libras esterlinas con independencia de la resolución que tenga el Brexit (acuerdo o no acuerdo).