Aumentar crecimiento mediante política de inmigración
- Estados Unidos seguirán siendo un imán para los inmigrantes siempre que los rendimientos del capital humano continúen siendo mayores que en otros países
- Las políticas de inmigración deberían facilitar la conservación de personas con alta cualificación con el potencial de aumentar la productividad de la mano de obra nativa
- Una vía para la legalización de inmigrantes ilegales es beneficiosa por una serie de razones, incluidos los ingresos fiscales y una asignación de recursos más eficaz
En todas partes los inmigrantes han enriquecido y fortalecido el tejido de la vida americana. –John F. Kennedy
La inmigración ha sido una parte fundamental de la historia de los Estados Unidos, contribuyendo a la reputación del país como el “recipiente” de culturas. El Presidente Obama calificó el sistema de inmigración como “básicamente roto” porque ya no responde a las necesidades económicas y de seguridad del país, y ha prometido un cambio profundo de las normas que afectan a la inmigración de los Estados Unidos. La reforma de la inmigración ha estado sobre la mesa durante muchos años, pero las profundas diferencias en el Congreso han provocado varios intentos fallidos. Mientras tanto, aumentan las preocupaciones sobre la seguridad de las fronteras, los trabajadores nativos se quejan de que los inmigrantes les quitan sus empleos, a los agricultores les cuesta conseguir visas estacionales para sus jornaleros y las universidades no pueden obtener visas para los estudiantes internacionales. Las empresas continúan contratando y, en algunos casos, explotando trabajadores sin papeles. Los gobiernos estatales se quejan de la carga fiscal de la inmigración ilegal, mientras que los graduados en ciencias e ingeniería nacidos en el extranjero abandonan los Estados Unidos debido a las crecientes trabas burocráticas para obtener la tarjeta verde.
Recientemente, varios gobiernos estatales han intentado reducir la inmigración ilegal aprobando sus propias, y normalmente más restrictivas, leyes de inmigración. En los casos más extremos, estas leyes afectan a casi todos los aspectos de la vida de un inmigrante sin papeles (acceso a la educación, vivienda, atención sanitaria, etc.), generan diversos trastornos en el mercado de trabajo, y las empresas pierden su plantilla. Aunque el aspecto más controvertido del debate sobre la inmigración tiene que ver con la inmigración ilegal y los 11 millones de personas sin papeles que ya viven en Estados Unidos, otro importante problema está relacionado con la inmigración legal y la incapacidad del sistema de retener a las personas con talento. Determinar el impacto de la inmigración sobre la economía general resulta crucial para crear políticas de inmigración más eficaces en Estados Unidos.
La inmigración y la economía
La bibliografía existente sobre el impacto de la inmigración sobre la economía de Estados Unidos no presenta una descripción clara y definitiva de los efectos positivos de la inmigración, aunque generalmente se entiende que existe un gran potencial de ventajas. La retórica anti-inmigración, propagada por algunos políticos y medios de comunicación, sostiene que los inmigrantes roban las oportunidades de empleo existentes a los nacionales. No obstante, algunos estudios demuestran que un aumento de la inmigración puede realmente incrementar el número de puestos de trabajo disponibles para los trabajadores nativos.
Además, los inmigrantes pueden contribuir al crecimiento económico y a impulsar la actividad de otros modos, lo que incluye bajar los precios de los bienes y servicios, así como aumentar el consumo y la innovación. No existen pruebas concluyentes que demuestren que los inmigrantes sean los perfectos sustitutos de los trabajadores nativos y se podría argumentar que es improbable que se encuentren en el mismo mercado de trabajo como resultado de las diferencias de educación, experiencia laboral y ubicación.
El Censo de Estados Unidos define un inmigrante como un residente en Estados Unidos que ha nacido fuera del país. Por lo tanto, los ciudadanos nacionalizados, residentes permanentes legales, refugiados, indocumentados y emigrantes temporales (trabajadores y estudiantes) se consideran inmigrantes. En este sentido, los datos del Censo de 2010 muestran que el 14.7% de la población de Estados Unidos (39.4 millones de residentes) nació en otro país. Desde que el sistema de inmigración suprimió las cuotas basadas en la nacionalidad, los países emergentes han sido el origen principal de los inmigrantes de Estados Unidos. De hecho, alrededor del 53% (20.9 millones) de residentes extranjeros proceden de Latinoamérica, principalmente de México, y otro 30% procede de Asia. Existen dos diferencias entre la población extranjera y nativa que merece la pena destacar. En primer lugar, la población extranjera tiene una mayor proporción de personas entre los 25 y 54 años que la población nativa (Gráfica 3). En segundo lugar, la población extranjera tiene, de media, un nivel educativo inferior al de la población nativa. Sin embargo, el porcentaje de personas nacidas en el extranjero con estudios de postgrado supera ligeramente al de la población nativa (Gráfica 4). Los extranjeros representan el 19% de la mano de obra civil total, y alrededor de dos tercios de ellos están empleados en sectores de bajo valor agregado y que requieren muchos trabajadores (Gráfica 5). Por sector, el porcentaje de personal extranjero con relación a la mano de obra nativa es mayor en la construcción, producción manufacturera, comercio mayorista, agricultura, entretenimiento y hostelería y servicios profesionales y empresariales (Gráfica 6). BBVA Research estima que la población extranjera contribuyó un 15% al Producto interno bruto real en 2010. Este cálculo está en línea con la contribución del 10% estimada por el Centro de estudios de inmigración. Estos resultados también son coherentes con la investigación realizada por el Instituto de política fiscal que afirma que los inmigrantes contribuyen a los resultados económicos en proporción a su porcentaje de población.