Como ocurre a menudo durante una crisis, los acontecimientos son tan veloces y de tan gran alcance que a menudo supone un reto enorme mantener el ritmo. Ayer, el Gobierno de Rajoy ganó la aceptación parlamentaria sobre la ley de estabilidad presupuestaria que obliga a España a buscar un presupuesto equilibrado para 2020. Con la economía en contracción, probablemente durante algún tiempo, la consecución de este objetivo se antoja increíblemente difícil. El Déficit fiscal del año pasado fue del 8,5% del PIB, o alrededor de 90 mil millones de euros.
Reconociendo que gran parte del desequilibrio fiscal del año pasado se produjo en el ámbito regional, Rajoy sigue presionando a los gobiernos de estas 17 comunidades autónomas para cumplir los compromisos presupuestarios que España ha realizado a Bruselas. Varios ministros recientemente arremetieron contra algunas de las comunidades por sus excesos. La nueva Ley de Estabilidad Presupuestaria le permite al gobierno central intervenir en los asuntos financieros de las comunidades. Esto, a su vez, ha encendido el tema sensible y perenne en España, es decir, la autonomía regional. Una de las principales críticas dirigidas a España en la última década ha sido la explosión en el sector público y las ineficiencias que a menudo acompañan a una gran presencia de dicho sector. Como Rajoy y sus funcionarios de finanzas de alto nivel han dejado claro, sigue siendo imprescindible para España, convencer a los inversores internacionales de su capacidad de crédito, o de lo contrario España sufrirá la misma suerte que Grecia, Portugal e Irlanda.
Desafortunadamente, los problemas a nivel regional se están replicando en el sector bancario. Aunque algunos bancos españoles se aprovecharon de la oferta generosa del BCE de liquidez (a través del LTRO), esto ha permitido únicamente evitar un descalabro inmediato. El Banco de España ya ha propuesto que los bancos en España aumenten sus provisiones en 50 mil millones de euros. Dada la rapidez de la disminución en los precios de las activos inmobiliarios, es probable que tengan que ser aumentadas considerablemente.
Por méritos propios, el gobierno de Rajoy ha ganado los aplausos de los líderes internacionales. Sin embargo, los inversores en bonos son más prudentes, porque sospechan que, a pesar de sus mejores esfuerzos, Rajoy no será capaz de evitar que España también caiga en manos de los acreedores internacionales. El BCE debe estar desesperadamente deseando que esto último no se produzca. Un aumento gradual del SMP (Securities Markets Programme) causará enormes divisiones en el BCE y otra dosis del helicóptero de la liquidez a través de una tercera ronda de LTRO se podría ver como medidas desesperadas y probablemente tampoco sirva para calmar a los inversores.
Como la mayoría de los gestores de todo el mundo ahora pueden apreciar, España es “the elephant in the room” para las principales clases de activos