Con ese escenario, y sufriendo ya las consecuencias directas de la falta de espacio en los bloques de transacciones, la comunidad original de Bitcoin y los bitcoiners que defendían el modelo ideado por Satoshi Nakamoto con todas sus implicaciones, bifurcaron la cadena de bloques, con un simple cambio tal y como el propio Satoshi había previsto: quitando el límite de 1 MB y aumentándolo a 8 MB (de forma inicial). Ese divorcio a las malas dio lugar a dos monedas, radicalmente distintas en sus propiedades, el 1 de agosto de 2017. Todos los poseedores de bitcoins –las unidades de lo que había sido Bitcoin hasta ese instante– pasaron a tener el mismo saldo en BTC y en BCH: la riqueza de Bitcoin había quedado separada en dos monedas distintas.
Una era Bitcoin Core o BTC, cuyos cambios hicieron de ella algo totalmente distinto a lo que se describía en el “White Paper” original de Bitcoin. La otra era Bitcoin CASH o BCH, que no tenía cambio estructural alguno pero ejecutaba una ampliación del tamaño máximo del bloque, tal y como lo había previsto inicialmente Satoshi Nakamoto.
¿Entonces todo lo que se ha escrito y predicho sobre Bitcoin, a quién le corresponde ahora?
Este es el quid de la cuestión, que no resulta sencillo de contestar a corto plazo pero resulta mucho más sencillo de evidenciar a largo plazo. ¿Por qué? Porque cuando la cadena se bifurcó (hard-fork), de las dos monedas que surgían de la misma, una de ellas –Bitcoin Core o BTC– retuvo el nombre y la mayor parte de su valor económico, al menos de forma inicial. La otra, de momento, retenía la verdadera esencia de Bitcoin sin hacer cambios en su estructura: Bitcoin CASH es el Bitcoin que mantiene la visión que guió a Satoshi Nakamoto a la hora de crear la primera criptomoneda. Bitcoin CASH era y es Bitcoin en realidad, atendiendo a la evidencia y fuera de opiniones interesadas.
En realidad, en el año 2017 salieron todo tipo de imitaciones de Bitcoin, productos de sucesivas bifurcaciones de la blockchain original. ¿Por qué? Sólo había que coger una copia de la cadena y a partir de un determinado momento, escribir en esa nueva cadena bajo un nuevo protocolo (nuevas normas de juego). Así pudimos y podemos ver esperpentos como Bitcoin Private, Bitcoin Diamond, Bitcoin Titanium, Bitcoin Gold, Bitcoin Rhodium, y algunas aberraciones similares cuyo único valor residía en copiar el nombre comercial de un producto de éxito en plena burbuja expansiva, como era Bitcoin en el mercado de las criptomonedas al final del año pasado. Más que monedas a considerar, son meras anécdotas en un libro sobre fraudes y cripto-engaños, basados únicamente en la fuerza del nombre Bitcoin para el oído poco conocedor de la situación real.
Obviando todos esos timos monetarios crecidos al calor de Bitcoin, quedan dos monedas en disputa por ser Bitcoin a los ojos de un mercado que no tiene por qué entender qué es lo que ha estado pasando, o cómo funciona cada una: Bitcoin Core (BTC) vs. Bitcoin CASH (BCH). La primera, BTC o Bitcoin Core, es la que recibe la herencia de “todo lo bueno y lo malo” acaecido en el universo Bitcoin desde su creación hasta el hard-fork o separación, ya que ella (como nombre) existió primero. De ahí que sea la que recibió ese gran impulso en su valor durante el año pasado, ya que no tenía contrincante “conocido” para el inversor promedio.
En mitad de la eclosión de un montón de monedas-basura (como las anteriormente nombradas), resultaba una época complicada para que un nuevo inversor, o alguien interesado por las criptomonedas que se dispusiera a entrar en ese mercado, se fuera a arriesgar por una moneda con unos pocos meses de vida, como Bitcoin CASH, aunque esta entroncara con la cadena iniciada por Nakamoto y fuera la que rescataba la idea original. La mayor parte del “hype” comprador del 2017 fue, entonces, para BTC.
Bitcoin CASH, el auténtico Bitcoin, “nace” en agosto del pasado año, en mitad de un clima tremendamente hostil en Internet y las redes sociales, con miles de cuentas con perfiles falsos haciendo campaña a favor de BTC con el nuevo modelo centralizado y de altos costes para el usuario. A pesar de este panorama distorsionador, y enfrentando Bitcoin CASH ventas masivas por parte de gente convencida de que así obtrenían “dinero gratis”, y que en pocos días el “nuevo” contediente no tendría valor, en unos 4 meses Bitcoin CASH había llegado a valer más de 3000 euros por unidad, en el pico más alto de su corta existencia.
¿Acaso es esto una cuestión de propaganda y publicidad?
Los que llevamos en esto de Bitcoin desde hace ya muchos años, tenemos claro que el valor de una moneda en estos nuevos mercados está en relación directa con su uso. Bitcoin ganó tracción y adopción popular cuando se empezó a usar en el año 2011 en el mercado anónimo Silk Road, creando un paradigma hoy día plenamente vigente al combinar el pago anónimo con la navegación anónima proporcionada por la red TOR, para saltarse la moribunda e inmoral “guerra contra las drogas” y recibiendo lo que pidas –cómodamente– en el buzón de tu casa. Unos meses después de la creación de dicho paradigma, eran varios los mercados anónimos (de drogas y otros bienes) que usaban con éxito –y siguen usando hoy día– el mismo esquema que el instaurado por Ross Ulbricht al diseñar Silk Road.
Si bien la mayoría del público tomó a Silk Road por un mercado de drogas, lo cierto es que su creador, Ross, nunca lo definió así sino que adoptaba una definición independiente de los productos ofrecidos: era un experimento radical de mercado libre. Se prohibieron cuestiones como la pornografía infantil –ya que implicaban la existencia de una víctima– y aquello que para su obtención hubiera generado un daño a otros, como materiales, datos u objetos robados. Por supuesto, nunca hubo contratos de asesinos a sueldo en Silk Road –aunque eso se repita en la prensa continuamente–, y aunque Ross Ulbricht fue acusado de haber contratado a unos sicarios que eran supuestos policías en realidad, la acusación jamás se formalizó ante un tribunal pero sí que fue usada de forma instrumental por la fiscalía para conseguir que a Ross se le denegase una libertad bajo fianza en la primera vista ante la juez, como paso previo a condenarle a 2 cadenas perpetuas y 35 años consecutivos.
Para alguien como Ross Ulbrich, que jamás causó daño a otra persona, y aun aceptando la tesis de que Silk Road era simplemente un mercado de drogas, dicha condena resulta una atrocidad de una crueldad extrema y no parece responder –siquiera– a una condena a una persona con responsabilidad real en el tráfico de drogas. La condena de Ross es más dura que la de asesinos, traficantes de alto vuelo y violadores en dicho país, sin un motivo claro que la sostenga o explique.
El papel de Silk Road en el desarrollo de Bitcoin fue tan claro, que el día en que dicho mercado fue clausurado por el FBI, el bitcoin en minutos perdió 1/3 de su valor. Poco a poco recuperó niveles similares a los previos, en los días y semanas siguientes, a la vez que otros actores en la red TOR ocupaban el lugar dejado por Silk Road y volvían a tener a Bitcoin como única forma de pago posible.
A los Bitcoiners les quedó claro que para que la moneda se desarrollase hasta dar de sí todo lo que podía dar, necesitaba comerciantes que la aceptasen como pago. El uso directo de Bitcoin determinaba la adopción del mismo más que ninguna otra cosa, y con la adopción debida a que nuevas empresas la aceptaban como pago para sus bienes o servicios, el precio comenzaba a mostrarse en un continuo alza desde que bajó –sólo por un día– de los 200 dólares, a principio del año 2015. A más grupos que aceptaban el uso de Bitcoin en sus plataformas, mejor se veía el horizonte y mejor iban todos los indicadores.
Hasta que ocurrió lo que hemos contando al principio: se alcanzó el límite de 1MB en cada bloque y eso empezó a repercutir de forma brutal en la experiencia del usuario. Lo que hasta el momento habían sido transacciones instantáneas y totalmente seguras a un coste bajísimo, dejaron de ser “seguras” y dejaron de ser baratas. En definitiva, el sistema dejó de ser Bitcoin tal como había sido conocido. Bitcoin dejó de ser “usable” en el mismo grado que lo había sido hasta entonces, porque se había alcanzado un límite temporal que –interesadamente– unos secuestradores del proyecto se habían empeñado (a golpe de talonario) en mantener, creando así nuevos problemas para los que –casualmente– ellos ya tenían una solución patentada.
Este hecho coincidió prácticamente en el tiempo con una burbuja de interés por Bitcoin que condicionó un aumento brutal de la demanda y, en consecuencia, del precio del bitcoin y otras muchas monedas, como Ethereum o Monero. Buena parte de la demanda provenía de inversores que se acercaban buscando unas ganancias rápidas en base a la mágica historia del precio del bitcoin.
Estos inversores no tenían tiempo, ganas ni capacidad en la mayoría de los casos para saber si estaban poniendo su dinero en una moneda que tenía unas características u otras, y tampoco planeaban darle uso ya que enfrentaban el asunto como una mera inversión especulativa. Eso benefició durante todo el 2017 a Bitcoin CORE, ya que inicialmente retuvo el nombre de Bitcoin en la mayoría de lugares, y con él toda la inercia de un ecosistema que se venía desarrollando desde hacía ya 9 años. Para el inversor despistado, la liberación de Bitcoin pasaba desapercibida, y Bitcoin CASH no era más que uno entre miles de proyectos indistinguibles unos de otros.
Sobre la cuestión de si un mercado elige siempre la mejor de las opciones, me gusta recordar el momento en que nuestra sociedad tuvo que elegir entre 3 modelos de cinta de vídeo: eran 2000, Beta y VHS. Por orden de calidad, eran esos: el mejor era el vídeo 2000, y el peor era el vídeo VHS. Sin embargo, fue VHS quien ganó la batalla (con algo de resistencia por parte de Beta, finalmente aplastada) de los estándares y las patentes, y al gran mercado comprador se le vendió VHS –el peor de los 3 candidatos, a nivel de calidad de imagen y sonido– como el vídeo que debía adquirir. Y funcionó.
¿Por qué triunfó la peor de las opciones? ¿El mercado es idiota? El mercado tiene sus propios intereses que no siempre son fácilmente escrutables para los ejecutivos. A mi modo de ver, las mismas razones que finalmente asentaron el uso de VHS (siendo la opción de menos calidad en competición) son –salvando las distancias– las que harán que triunfe Bitcoin CASH, aunque en este caso sea además la mejor opción técnica: comodidad de la experiencia con tarifas inferiores a 1 céntimo de dólar, y tan segura como para que los comerciantes acepten pagos confirmados e irreversibles de forma inmediata.
Quienes adquieran como inversión cualquier criptomoneda, centrarán su interés en el precio sin entrar en demasiadas disquisiciones sobre su funcionamiento. Al inversor de tipo “especulador” le interesa el beneplácito del mercado en general, no la perfección de una idea, la integridad de las estructuras subyacentes o la mecánica que hace que funcione. A ese inversor, que la moneda tenga un uso real o no, le da igual. A ese inversor, que la moneda esté centralizada o no, le da igual. A ese inversor la única variable que le interesa es el precio, en la inmensa mayoría de los casos; le da igual que el ganador de esta contienda sea la opción deforme presentada por Core-Blockstream, o la idea original defendida por Bitcoin CASH, siempre y cuando él haya puesto su dinero en la cesta momentáneamente ganadora en términos de dinero fiat.