No es ninguna novedad que el dólar ha tenido un año difícil hasta ahora, pero la cuestión es si una mayor debilidad del dólar es sostenible. Sobre una base ponderada, el dólar cayó más de un 8,5% desde el comienzo del año. La fuerte apreciación de la moneda única es responsable de la mayor parte del movimiento, ya que subió más de un 12,60% frente al dólar, seguida de la corona sueca y el dólar australiano, con un alza del 12,25% y 9,90%, respectivamente.
Sin embargo, desde el comienzo de la semana, parece que las presiones a la baja sobre el dólar se están desvaneciendo a medida que los participantes del mercado evalúan nuevamente las perspectivas del dólar. Dado el rápido ritmo y la magnitud de la devaluación billete verde, creemos que es el momento de considerar la posibilidad de un rebote. No porque los indicadores fundamentales de Estados Unidos hayan cambiado de forma drástica recientemente - a pesar de que ayer los comentarios moderados de Mester y Williams no son compatibles con mi punto -, sino porque el mercado tiene una fuerte tendencia a la baja. Es cierto que los últimos datos económicos de Estados Unidos no permiten un exceso de optimismo; sin embargo, la situación en el exterior no es mucho más brillante.
Más específicamente, hay algunas oportunidades de interés, sobre todo en el complejo de las monedas vinculadas a los commodities. Tanto el dólar australiano como el dólar neozelandés se han beneficiado del flujo a monedas de mayor rendimiento, ya que los inversores descuentan una postura de línea dura de la Fed. Además, los datos económicos recientemente publicados sugieren que ambos países están sufriendo reveses temporales, lo que significa que un ajuste a la baja de sus respectivas monedas es más que probable.