A pesar de la falta de definición y la incertidumbre que hay en el mercado, la semana pasada, el Ibex cerró en línea con las alzas de las últimas sesiones. Tras el mal trago de principios de abril, parece que la situación sigue enderezándose. En el análisis que hacíamos el fin de semana pasado, los principales índices europeos, en especial el Dax, habían dejado atrás sus soportes, para quedar próximos a sus respectivas resistencias. Esta semana ha sido clave en ese sentido, ya que se han conseguido superar los 3.128, en el caso del índice comunitario, y los 10.112 de los alemanes. Sin lugar a dudas, esto ha contribuido a que las sensaciones sean positivas, a lo que tenemos que unir una bolsas americanas fuertes y que han seguido sumando altura.
El cierre del viernes supuso para el Ibex un paso más para salir del pozo, con la vuelta a los 9.200 y la superación de los 9.217. No ha sido con tanta convicción como en otras bolsas europeas ha sucedido, pero nos deja con muchas probabilidades de consolidar dicha ruptura e irnos definitivamente a por uno de los niveles más importantes y que, desde mi punto de vista, podría determinar el devenir el Ibex en los próximos meses: los 9.500 puntos. La razón está en que a principios de año se abrió un hueco entre 9.440 y 9.538, que trajo consigo uno de los peores comienzos de año de la historia, por no decir el peor. Si conseguimos consolidar la superación de los niveles actuales, cargados de fuerzas bajistas (las de las resistencia de 9.217, la directriz bajista de julio y Fibonacci), el viaje a dicho gap es más que probable y, llegado el caso, no será suficiente con cerrarlo, ya que podría convertirse en un paso en falso, que diera al traste con cualquier aspiración de continuación alcista y, por lo tanto, alcanzar la salida.