No puedo decir que esta primera parte del año pinten las cosas muy claras y que las señales que nos proporciona el mercado sean definitorias hacia un lado o para el otro. En un trimestre hemos pasado de hablar de hundimiento, al renacer de las bolsas, con el gatillazo final tras ese calentón con Draghi. Desde luego que la volatilidad tiene mucho que hablar en esta partida, ya que desde el año pasado nos ha estado acompañando, poniéndonos las cosas muy complicadas. En nuestro último análisis, el fin de semana pasado, las cosas no pintaban nada fáciles. Los 8.222 habían ejercido su papel de soporte intermedio, pero el resultado de las últimas tres semanas, nos había dejado pérdidas de niveles importantes y mucho gap bajista de por medio. En Europa, el Eurostoxx seguía una línea similar, no tan virulenta como la nuestra, mientras que el DAX o incluso el CAC, aguantaban mejor el tipo (¿factor político como elemento diferenciador?). Hoy, tras una semana de subidas, alejamos los malos augurios para situarnos frente a las resistencias de corto. El caso es especialmente relevante en el DAX, con los 10.112 a tiro de piedra, pero tanto el CAC, como el Eurostoxx también se han situado próximos a sus respectivos niveles en 4.580 y 3.128. En Estados Unidos, cuyo comportamiento nada tiene que ver con el nuestro, más próximo a máximos históricos (al S&P 500 le falta un 2,6% para superarlo), que a perforar suelos, se sitúa también cerca de sus anteriores máximos, cuya superación será un suma y sigue para ellos e incluso para el mercado. El Dow Jones tiene en 17.977 su referencia, por lo que tras el cierre del viernes, le queda un pequeño impulso para irse por encima de el.
Os voy a ser sinceros, el mercado está muy errático y yo, personalmente, no veo una dirección clara. Si tuviera que decidirme por una, esa sería la línea bajista, más frecuente en momentos de incertidumbre y carentes estímulos sólidos. Partiendo que la semana pasada fue de cierre de los huecos bajistas y que las últimas sesiones han presentado algo de flojera e indecisión, podríamos tener una nueva fase correctiva. La macro tampoco parece que quiera ayudar y habrá que tener muy visualizados los resultados empresariales, cuyo balance puede ser determinante. Atención especial a los primeros que se vayan publicando. Es posible que el IBEX vuelva a los 8.600, incluso un poquito más abajo, pero especial cuidado tiene que tener con los 8.256, que constituyen los mínimos del 7 de abril. Perderlo sería una señal inequívoca de que el escenario bajista continua y el viaje a los 7.900 sería el destino más seguro. Frente a este escenario, para poder creer en un cambio al alza, la mejor señal sería engancharse a los 9.000 y superar los 9.217, lo que devolvería las sensaciones que nos hizo recuperar el BCE hace unas semanas. Esperemos pues a recibir señales que nos den pistas de nuestro próximo destino.