Existen innumerables indicadores económicos. Algunos son extravagantes –como el ‘Skinny Tie Width Indicator’, que afirma que los hombres compran más corbatas y más estrechas en tiempos de crisis, o el ‘Baked Beans Sales Indicator’, que sostiene que los consumidores compran más conservas en tiempos difíciles– y otros más ortodoxos –como la medida de las ventas al por menor o la producción industriali–. Nos parece que el tiempo que necesitan los inversores para buscar pistas sobre la evolución de la economía puede ser enorme, dado que interpretar las señales es muy complicado, sobre todo cuando los datos emiten señales contradictorias. En consecuencia pensamos que hay ser selectivos, aunque ¿cómo sabe un inversor a qué indicadores debe prestar atención? En nuestra opinión, la clave para saber cuáles son los que de verdad influyen en los mercados de renta variable radica en comprender qué cálculos son retrospectivos –es decir, se orientan hacia el pasado– y cuáles ayudan a determinar o comprender la evolución de la economía en el futuro.
Creemos que los mercados de renta variable se proyectan hacia adelante, es decir, las acciones se mueven en función de cómo evalúan los inversores la coyuntura económica en vistas a un futuro previsible, en lugar de en función del pasado. Incluso antes de que se publiquen los datos económicos, los inversores reciben mucha información sobre la salud de la economía. Se pueden encontrar numerosas señales en las respuestas que pueda dar un ejecutivo de una empresa en una entrevista, por ejemplo, en sus observaciones sobre la actividad comercial de su entorno –si está animada o no–. Las expectativas de la prensa o de los economistas son un complemento más que sumar a la abrumadora información disponible que, al final, contribuye a formar las perspectivas de la gente. A nuestro juicio parece acertado considerar que los inversores en general compren o vendan acciones en función de las condiciones económicas actuales. Por lo tanto, su predisposición a cursar ofertas de compra más o menos altas es un reflejo directo de esta evaluación.
Sin embargo, los indicadores que miden la producción o las operaciones reales, incluidas las ventas al por menor, la producción industrial o el producto interior bruto –PIB, una estimación de la producción económica nacional–, se proyectan hacia atrás, ya que estiman lo ya sucedido, normalmente durante el mes o el trimestre anterior. Desde nuestro punto de vista se limitan a confirmar las intuiciones y juicios previos de los inversores. Además, la historia demuestra que estos datos carecen en gran medida de poder predictivoii. A menudo, los resultados mensuales y trimestrales son volátiles, convirtiendo en una tarea titánica el saber de antemano si los últimos resultados marcan una tendencia a largo plazo. No es raro que las ventas al por menor, la producción industrial, las exportaciones, el gasto de los consumidores, la prestación de servicios o incluso el PIB caigan alguna vez durante una fase de expansión económica. Por ello pensamos que sustentar las decisiones de inversión en estas mediciones sería como conducir un coche hacia delante mirando solo por el retrovisor.
Algunos estudios estadísticos, como el relativo al desempleo, tienen un marcado carácter retrospectivo, ya que no dejan de ser confirmaciones tardías de la evolución económica en el pasado. Nuestro parecer es que la contratación de nuevos trabajadores no genera crecimiento económico; más bien es al revés, el crecimiento crea nuevas oportunidades de trabajo, desembocando en última instancia en un aumento del empleo. La reacción en cadena puede llevar tiempo, ya que al principio las empresas pueden dar respuesta al exceso de demanda produciendo más bienes y servicios sin contratar personal. Del mismo modo, cuando la economía comienza a debilitarse, las empresas a menudo reducen otros gastos antes de recortar la plantilla por los elevados costes que ello implica, tanto en términos económicos como de tiempo de formación de los nuevos empleados.
Además, para elaborar indicadores representativos de todo un país o región económica –como la eurozona–, el esfuerzo requerido para recopilar los datos puede consumir mucho tiempo, quedando así aún más obsoletos cuando llegan a los inversores. Alemania publicó el PIB del segundo trimestre de 2018 el 24 de agosto, 55 días después de que finalizara el trimestreiii. En nuestra opinión, en ese momento es probable que los precios de las acciones ya hubieran incorporado hacía tiempo la actividad económica que el PIB trataba de estimar.
Para tener una idea de las condiciones económicas que probablemente reflejarán o descontarán los mercados bursátiles en el futuro, consideramos que es clave analizar los factores que influirán en el crecimiento. El epígrafe referido a nuevos pedidos de los Índices de Gerentes de Compras (PMI) es un buen ejemplo; se trata de encuestas realizadas a las empresas que informan de la evolución de la actividad en varias categorías para un mes concreto. En nuestra opinión los nuevos pedidos de hoy son relevantes porque determinan la producción de mañana. Otros indicadores que valoramos positivamente son los vinculados al crédito y a la oferta monetaria. Cuando los préstamos aumentan, la economía tiene más combustible para crecer y es que es más probable que unas mejores condiciones de crédito propicien que las empresas amplíen sus negocios o inviertan en otras actividades productivas. Cuando los consumidores piden prestado para gastar más la consecuencia más plausible es que impulsen el crecimiento económico. Del mismo modo, una expansión de la oferta monetaria seguramente es una buena señal, podría significar que hay más capital disponible para estimular el crecimiento económico. En este sentido, la curva de rendimiento, que creemos que proporciona una visión de la disposición de los bancos a conceder préstamos, es un indicador especialmente útil. Este indicador es la diferencia entre los tipos a largo plazo y a corto. Es, a nuestro parecer, un diferencial que mide la predisposición de los bancos a prestar, ya que compara los tipos de la deuda pública a 10 años con los tipos a un día o a tres meses, que se aproximan a los costes de financiación de los bancos.
Ninguno de estos indicadores es infalible, por ejemplo, a veces muestran una tendencia bajista cuando no hay recesión, aunque, en promedio, creemos que pueden proporcionar un panorama general bastante ajustado a la realidad. Los datos económicos con vistas en el futuro tampoco pueden predecir por sí solos los rendimientos de la renta variable. Sin embargo, pueden ayudar a los inversores a evaluar las probabilidades de que el crecimiento económico supere o incumpla las expectativas y así determinar el precio de las acciones.
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i 36 Weird Economic Indicators That You’ve Never Heard Of, Eric Platt, Business Insider, 14/8/2012.
ii Fuente: FactSet (NYSE:FDS), 15/11/2018. La frase se refiere a las series de datos históricos del PIB, producción industrial y ventas al por menor en EE.UU., el Reino Unido, Japón, Alemania, Francia y la eurozona.
iii Fuente: Oficina Federal de Estadística de Alemania, 14/11/2018. Nota de prensa del PIB del 2º trimestre de 2018.