El lunes, el rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años superó de forma decisiva su reciente techo del 1,5%, tras haberlo superado el viernes, sumando 13 puntos básicos hasta superar el 1,63%.
Aunque la nieve cubrió el noreste del país, los inversores se mostraron más optimistas durante la primera jornada de negociación de 2022, ya que las acciones y el petróleo subieron, y el oro bajó. La nieve dificulta aún más los vuelos, ya afectados por las bajas laborales provocadas por el COVID, pero los inversores ni se han inmutado y se centran en unas perspectivas económicas más halagüeñas.
La herramienta FedWatch de la CME indica un 54% de probabilidades a favor de que la primera subida de tipos de la Reserva Federal se produzca este próximo mes de marzo. Las probabilidades eran sólo del 50% el viernes y de sólo el 26% a principios de diciembre. La publicación de las actas de la reunión de política monetaria de mediados de diciembre esta semana podría proporcionar algunas pistas.
La nueva cuerda floja del banco central: Bajar la inflación y subir los tipos
La venta de bonos del Tesoro del lunes tuvo lugar porque los inversores han concluido, al menos por ahora, que la variante Ómicron del COVID-19 es menos grave, ya que las muertes han disminuido un 3% en las últimas dos semanas, aunque el volumen de infecciones ha aumentado.
Europa marcó el ritmo el lunes, ya que las acciones subieron y los precios de los bonos cayeron, impulsando el rendimiento.
El rendimiento de los bonos alemanes a 10 años ha aumentado hasta -0,1225%, frente al -0,1800% a última hora del jueves (los mercados financieros de Alemania permanecieron cerrados el viernes).
Algunos analistas predicen que 2022 será un año más normal, pero eso podría ser una ilusión. La lógica es que las vacunas, los refuerzos y las medicinas domarán el COVID a medida que el propio coronavirus vaya mutando en versiones menos dañinas, y que la actividad económica se disparará ante una demanda reprimida. La presunción es que los bancos centrales contendrán la inflación.
Todo eso estaría bien, pero la experiencia de los dos últimos años confirma el viejo dicho atribuido a Mark Twain de que las predicciones sobre el futuro son especialmente difíciles.
A primera vista, la inflación es el comodín, e incluso los optimistas parecen estar de acuerdo con que la subida de los precios continúe a lo largo de 2022. La cuestión es si los trabajadores y los consumidores empezarán a tener en cuenta la inflación en sus perspectivas, es decir, si las expectativas de inflación se desanclarán.
La Reserva Federal y otros bancos centrales caminarán por la cuerda floja para mantener la política monetaria lo suficientemente flexible para apoyar el crecimiento, pero lo suficientemente ajustada para frenar la inflación.
El rendimiento de los bonos del Tesoro ha sido anormalmente bajos y los economistas consideran que la actual situación de tipos de interés reales negativos es insostenible. Pero dada la incertidumbre de los acontecimientos, pocos tienen la esperanza de que esta situación se corrija en 2022.
Larry Hatheway y Alex Friedman, cofundadores del think tank Jackson Hole Economics, restan importancia al efecto de la inflación en los mercados. En un ensayo publicado el lunes, sostienen que el desvanecimiento de los efectos de base, las sólidas respuestas de la oferta, el crecimiento máximo en los países desarrollados y, sí, las expectativas estables harán que la inflación sea "agua pasada".
En cuanto a los bonos, dicen, la elevada inflación ya está aquí y no ha afectado realmente a los precios de los bonos. Asimismo, la reducción de las compras de bonos por parte de los bancos centrales y el aumento de la emisión de bonos por los déficits fiscales son "viejos conocidos".
Su conclusión:
"Sí, el rendimiento de los bonos debería aumentar en 2022, pero es probable que el ritmo sea gradual. Un crecimiento mundial moderado, una inflación en retroceso, el fin de la expansión fiscal y un tibio ajuste de la política monetaria son factores que pueden producir un rendimiento algo más elevado, pero también una curva de rendimiento más plana".
El aplanamiento de las curvas de rendimiento suele indicar la incertidumbre de los inversores en torno a las perspectivas económicas, y eso puede convertirse en el sello del nuevo año.