A medida quela recuperación económica gana impulso en Occidente, también aumentan los rumores sobre posibles cambios en la política monetaria. Al otro lado del Atlántico, muchos de los analistas financieros que cubrimos analizan los comentarios del presidente de la Reserva Federal (Fed) de EE.UU., Jerome Powell, en busca de pistas sobre lo que ocurrirá con su programa de compra expansión cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés). Las declaraciones de los funcionarios del Banco Central Europeo (BCE) también se siguen de cerca por la misma razón. Dado que el Banco de Inglaterra (BoE) y el de Canadá (BoC) ya están reduciendo sus compras de activos, se especula que otros bancos pronto seguirán esta tónica, lo que lleva a un escrutinio aún mayor de los comentarios de dichos funcionarios. En opinión de Fisher Investments España, los inversores probablemente se beneficien de resistir la tentación de pensar demasiado en las palabras de los responsables de la política monetaria, dado que no dejan entrever si estos cambios se producirán en un futuro inmediato.
Los responsables de la política monetaria tienen un largo historial de decir una cosa y luego hacer otra. Tenemos los ejemplos de los expresidentes de la Fed, Ben Bernanke y Janet Yellen. En 2012. Bernanke dijo que la Fed no se plantearía subir los tipos de interés a corto plazo hasta que la tasa de desempleo de Estados Unidos cayera al 6,5 % o menos.[i] Cuando la tasa de desempleo se acercó a ese umbral a principios de 2014, la Fed cambió sus criterios de subida de tipos.[ii] En ese mismo año, la recién nombrada presidenta de la Fed, Janet Yellen, dijo que una subida de tipos se produciría seis meses después de que terminara la QE.[iii] Aunque el programa de compra de activos de Estados Unidos concluyó a finales de 2014, la Fed no subió los tipos hasta más de un año después, en diciembre de 2015.[iv]
En el Reino Unido, el exgobernador del BoE, Mark Carney, fue noticia en más de una ocasión por sus declaraciones aparentemente poco claras, hasta el punto de que un miembro del Parlamento lo comparó con «un novio indigno de confianza».[v] Al igual que sus homólogos estadounidenses, Carney manifestó que la tasa de desempleo —en este caso, del 7 %— sería el umbral de subida de tipos del BoE en 2013.[vi] A principios de 2014, cuando la tasa de desempleo se acercó al umbral declarado,[vii] Carney cambió su discurso y el BoE no subió los tipos hasta 2017.[viii]
Fisher Investments España no cita estos ejemplos con ánimo de crítica a estos funcionarios de las autoridades monetarias. Lo que pretendemos es llegar a la siguiente conclusión general: lo que los responsables de la política monetaria digan sobre posibles cambios en sus políticas no necesariamente ocurrirá en el futuro. En nuestra opinión, la razón estriba en que el comportamiento humano es muy impredecible. Estos funcionarios pueden actualizar y revisar sus posiciones basándose en nueva información o según la evolución de las cambiantes condiciones económicas. O puede que simplemente reconsideren sus opiniones. Creemos que los inversores que fundamentan la toma decisiones únicamente en las palabras de las autoridades monetarias corren el riesgo de estar actuando en base a posibilidades cuando, en nuestra opinión, la correcta toma de decisiones debería fundamentarse en probabilidades.
Otro elemento que tener en cuenta es que, en las economías desarrolladas, la política monetaria se establece a través de comités. El líder de una institución solo representa un voto y otros miembros votantes pueden tener diferentes interpretaciones de las condiciones económicas actuales y de cuál es la mejor forma de proceder. Además, la composición de estos comités cambia con regularidad, por lo que no se puede predecir quién tomará las decisiones de política monetaria incluso en un futuro cercano. El economista jefe del Banco de Inglaterra y miembro del Comité de Política Monetaria, Andy Haldane, anunció recientemente que dejará su cargo en junio, lo que suscita dudas sobre quién le sustituirá y cómo influirá la persona que llegue en las decisiones del comité.[ix] En EE.UU., los observadores en materia de política monetaria que seguimos se preguntan si el presidente Joe Biden volverá a nombrar a Powell como presidente de la Fed cuando termine su mandato en febrero de 2022, y está por ver si Powell quiere incluso continuar en el cargo. Dado que los comités de políticas y las opiniones de sus miembros son tan fluctuantes, no creemos que sea útil tratar de predecir cómo actuará un pequeño grupo de legisladores que van rotando cada cierto tiempo.
Además, en opinión de Fisher Investments España, los inversores no necesitan anticiparse a las decisiones de los responsables de la política monetaria. Nuestros análisis históricos indican que los cambios en la política monetaria no tienen un impacto económico o bursátil preestablecido. Por ejemplo, la QE es vista por muchos analistas financieros como una forma de apoyo a la economía y los mercados, y su terminación se percibe como un factor negativo. Sin embargo, cuando el BoE finalizó la última ronda de compras de activos de su anterior programa QE a finales de 2012, el crecimiento económico y los mercados de valores no se resintieron.[x] El PIB del Reino Unido creció trimestralmente a lo largo de 2013 y las acciones británicas subieron un 15,5 % ese año.[xi] El resultado fue similar cuando el BCE puso fin a la QE en diciembre de 2018.[xii] El PIB de la eurozona creció a lo largo de 2019 y la renta variable de la eurozona tuvo un gran año, apreciándose un 25,5 %.[xiii]Si las decisiones de los responsables de la política monetaria no son automáticamente buenas o malas para la economía o los mercados, no vemos mucha utilidad en intentar siquiera predecirlas.
Si bien creemos que vale la pena estar al tanto delas decisiones y declaraciones de las autoridades monetarias, cabe recordar que estas decisiones son solo uno de los muchos factores que pueden afectar a la renta variable y que, a nuestro juicio, no pueden predecirse. En nuestra opinión, los inversores no deberían dejarse llevar por sus palabras, ya pueden conducirles a tomar decisiones de inversión equivocadas.
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