El 2013 fue uno de los peores años para el metal amarillo, pues perdió un • 27.25%. Este resultado viene reflejándose durante los últimos dos años y medio, los cuales no han sido buenos para el oro y su caída ha sido consistente; algunos descensos han sido sólidos, dañando el sentimiento y ahuyentando a cualquier potencial inversionista.
El oro está en medio de un periodo de transición, actuando como refugio (presión inflacionaria, incertidumbre geopolítica, financiera, económica), instrumento de reserva, en su estado clásico de materia prima; sin embargo, esta transición no será fácil para este instrumento.
Hay aspectos que amenazan la recuperación del oro para el 2014, especialmente la caída gradual del Programa de Compras de Activos, el llamado QE3, también la recuperación económica en los mercados desarrollados y la baja demanda física por parte del principal importador: India, cuyas restricciones a las importaciones, ha provocado un cierto daño en el precio.
Respecto a la oferta, el problema es que los inversionistas han estado algo decepcionados con el bajo desempeño del oro. Cada vez se está haciendo más difícil la producción del metal, aumentando los costos -dramáticamente- y acompañado por algunos aspectos importantes de la producción y el aumento del peligro para los trabajadores, haciendo cada vez más complicada su producción.
Por lo tanto, el metal amarillo podría entrar, nuevamente, al círculo de los clásicos factores de oferta y demanda donde condujeron al precio hacia el alza.
Desde una perspectiva de demanda, es totalmente posible que el oro continúe perdiendo su atracción como instrumento de inversión durante los meses siguientes, sobre todo frente a los acontecimientos de la reducción del QE3. Además, difícilmente escalará en forma sostcnible hacia una tendencia alcista; si bien los datos de la economía de Estados Unidos han sido mejores y vemos una recuperación de la primera economía, la presión inflacionaria no se perfila en el mediano plazo.