Se espera que el Banco Central Europeo dé un navajazo a su interés la semana que viene, reduciéndolo al 3,75% desde el 4% actual en todo el bloque. De hecho, parece que ya están en racha: Las empresas europeas generaron beneficios en el primer trimestre un 8% por encima del consenso, y el 20% de las empresas superaron los objetivos de los analistas. Y ello en toda una serie de sectores: financiero, manufacturero y de materiales, farmacéutico, semiconductores y servicios públicos. Los analistas se han apresurado a revisar al alza sus previsiones de beneficios para el trimestre en curso.
Las encuestas de confianza empresarial también se han vuelto más optimistas este año, y los flujos de entrada en las bolsas europeas han empezado a recuperarse recientemente, con un repunte en las últimas semanas. Sin embargo, estas entradas de dinero han ido a la zaga de la mejora de la confianza, tanto en volumen como en velocidad.
No es ninguna sorpresa que Europa tenga que ponerse al día en cuanto al sentimiento de los inversores. En los últimos años, ha sido la región menos favorecida por los fondos de compra y retención por varias razones bien documentadas: la guerra de Ucrania, la crisis energética, la elevada inflación, los altos tipos de interés y una racha de crecimiento mediocre. Las entradas acumuladas en la región han sido casi nulas desde 2020, la peor de todas las regiones.
Pero ahora, con el giro previsto en la economía de Europa, hay un repunte en la compra de acciones de sectores que tienden a ir bien cuando la economía prospera y, según Goldman Sachs (NYSE:GS), eso viene de los principales fondos de inversión, tanto nacionales como extranjeros.
Con el Stoxx 600 cotizando a una relación precio/beneficios a plazo de 13,5 veces y con un dividendo del 3,4%, Europa cotiza más barata que Japón, Asia y, por supuesto, Estados Unidos. Y eso es bastante atractivo si se cree que la economía del bloque está a punto de recuperarse, que su inflación está bajo control y que sus tipos de interés pronto empezarán a bajar. Pero debemos tener en cuenta que el euro podría perder parte de su fuerza a medida que el BCE recorte los tipos de interés, ya que los menores rendimientos resultantes serán menos atractivos para los ahorradores e inversores internacionales.