La cumbre de Doha, largamente esperada para ver si podía conseguirse un acuerdo que congelara la producción de crudo, fracasó. El gran punto que no encontró solución fue que Arabia Saudita exigió que Irán frenara su producción y este último no tiene intención de hacerlo. ¿Por qué? Irán ha vuelto al mercado internacional de crudo luego de que se levantaran sanciones comerciales en su contra y ahora quiere recuperar el tiempo perdido, con lo cual no tiene ninguna intención de congelar sus actuales niveles de producción.
Los saudíes amenazaron incluso con aumentar violentamente su producción si no se alcanzaba un acuerdo, con lo cual se llega a una clásica dinámica de guerra de precios. Claramente Arabia Saudita es uno de los países con más espaldas para involucrarse en una de estas batallas, y no sorprendería que cuente con el apoyo de los EE.UU.
Esta situación se da en amplio contraste con el acuerdo que se esperaba la semana pasada, luego de comentarios favorables de altos ejecutivos de la petrolera estatal rusa Rosneft (MCX:ROSN). ¿Qué implicación directa hay?
Ya en la apertura de la negociación del petróleo, su precio cayó casi un 6% con la noticia:
¿Por qué esto impone una amenza a la economía global? ¿No es bueno que baje el costo de la energía?
En el mediano-largo plazo, menores costos de energía significan mejores perspectivas de crecimiento. Sin embargo, en el corto plazo hay algunas situaciones que son diferentes. La raíz de los problemas inmediatos vienen principalmente por la cuestion del endeudamiento. Si determinados participantes se endeudaron para producir petróleo o si sus ingresos dependen fuertemente del petróleo, esto significa problemas. Veamos ambos casos:
En primer lugar, las economías de Texas, Dakota del Norte, Alaska, Oklahoma, Wyoming y Nuevo México están siendo severamente afectadas por la caída del precio del barril. Con la fractura hidráulica (fracking) estos estados posibilitaron que Estados Unidos se transformara en el primier productor mundial de petróleo. Hoy los gobiernos de los estados mencionados tienen menores ingresos fiscales y muchas de sus empresas están enfrentando problemas financieros por el apalancamiento tomado.
En segundo lugar, el 40% del PIB del mundo viene hoy de economías emergentes, muchas de las cuales tienen al petróleo como uno de sus principales ingresos. Rusia y Arabia Saudita son dos claros ejemplos, pero la situación se vuelve más compleja para Nigeria o para Venezuela, donde los bonos con vencimiento en 2022 rinden un sospechoso 40%.
Si prestamos algo de atención al largo plazo, podemos ver que en la última década hemos asistido a un boom de commodities como tantos otro ha habido en la historia.
Precio del Petróleo:
Precio del Cobre:
¿Estamos llegando a un fin de ciclo? Es una posibilidad. Pero notemos que el metal que más correlación tiene con el PBI mundial (el cobre), marca que las perspectivas son simplemente malas.
Insisto una vez más: hay muchos elementos para pensar que estamos llegando a niveles de techo. Es momento de tomar decisiones inteligentes sin entrar en pánico. Las valuaciones de bonos y acciones parecen artificiales y pueden evaporarse rápidamente como lo mostró el comienzo de este año.
Pensar en estrategias defensivas o incluso en estrategias que posibiliten aprovechar la crisis que se avecina, parece ser el camino más inteligente. Lo importante en los mercados financieros no es acumular altos retornos todos los años, sino evitar aquellos años que pueden traer grandes caídas y hacernos retroceder varios casilleros.