Ayer, después de varios días de caída de la cotización, tal y como anticipaba un medio de comunicación, DIA (MC:DIDA) volvía a la casilla de salida y sus acciones llegaban a tocar el precio redondo de 0,1 euros por título al que se adjudicaron las mismas en la reciente ampliación de capital.
Afortunadamente para sus sufridos accionistas, el valor se apoyó en este precio e inició un rebote que llevó a su cotización hasta 0,1065 euros/título al cierre de la jornada en el mercado continuo.
Como todo lo que ha envuelto al proceso de adquisición de esta cadena de supermercados, la evolución del precio durante y después del cierre de la ampliación ha sido de nuevo un auténtico quebradero de cabeza para los accionistas minoritarios de esta cadena de supermercados.
En efecto, cuando se lanza el proceso de ampliación, durante el proceso de suscripción de las acciones y posterior arranque de la cotización de las mismas en bolsa, ante el asombro de los accionistas minoritarios, se han producido las siguientes situaciones anómalas:
- Por un lado, antes de que se cerrase el periodo de suscripción, las acciones viejas estuvieron cotizando en el mercado con un precio que en algunos momentos superaba en más de un 50% el precio resultante de acudir a la ampliación comprando derechos y pagando posteriormente el precio de emisión de 0,10 euros/acción, algo que motivaba a los accionistas minoritarios a vender acciones viejas para suscribir nuevos títulos comprando derechos, extraña situación que ya expliqué en mi anterior artículo.
- Por otro, cuando concluyó el periodo de suscripción y durante el periodo que transcurrió hasta que se adjudicaron las nuevas acciones, las acciones viejas continuaron cotizando en el mercado continuo y en una sesión llegaron a revalorizarse más del 100%; lo casi nunca visto en bolsa, aproximando el precio de las mismas a 0,30 euros/título. De nada valió a los accionistas minoritarios ver pasar este tren, pues para estos accionistas era imposible vender en corto los títulos para capturar el beneficio de este incremento de precio, pues ninguna sociedad de valores estaba dispuesta a prestar títulos de DIA para ventas en corto a los accionistas minoritarios.
Sorprendentemente, cuando las nuevas acciones se adjudicaron e iniciaron su andadura en bolsa, su precio se desplomó y llegaron a cotizar el primer día de su arranque en el mercado continuo por debajo del precio de emisión de 0,10 euros (tocaron los 0,092 euros/título si mal no recuerdo).
Y aquí llega la sorpresa: un fondo de inversión gibraltareño saca pecho y declara que se ha enriquecido enormemente operando en corto con el valor gracias a su fino olfato de perro sabueso. Falso: muchos de los pequeños inversores, duramente vareados durante el largo y tortuoso proceso de adquisición llevado a cabo por LetterOne, también habían desarrollado un olfato tan fino o más que el de este fondo gibraltareño, pero a diferencia del mismo, estaban atrapados en una ratonera porque ninguna sociedad de valores les permitía operar en corto vendiendo acciones de DIA según se comentaba en los foros, algo que pude contrastar personalmente llamando a más de media docena de ellas. Me pregunto yo: ¿Quién prestó las acciones a este sabueso gibraltareño? Y ahí dejo el dardo, el dardo en tres palabras: “irregularidad, desigualdad e injusticia”.
- Otra situación anómala, probablemente derivada de la irracionalidad del mercado o del trabajo de algún nuevo y disimulado actor entre bambalinas, pues en este caso nadie ha sacado pecho de ello hasta la fecha, ha sido la evolución del precio de la acción durante las últimas sesiones, durante las cuales, desde un máximo de 0,1280 euros/título, la acción ha vuelto a caer más de un 20% para posarse ayer de nuevo en el precio de emisión de 0,10 euros/título, desde donde parece que ha iniciado un rebote.
En efecto, es totalmente irracional la inexplicable evolución del precio que estamos viendo estos últimos días. Resulta que hemos llegado a un precio que equivaldría a considerar que el valor de DIA era prácticamente nulo antes de la ampliación y no debemos olvidar que antes de la ampliación sus 622 millones de acciones viejas en circulación cotizaban a un precio que rondaba los 0,40 euros/acción, o lo que es lo mismo el valor de DIA en bolsa era de unos 250 millones de euros, valor que prácticamente se ha esfumado en estos días cuando la acción ha llegado a cotizar a 0,10 euros/título, algo totalmente anómalo e irracional porque a nadie se le escapa que la compañía, tras concluir el proceso de ampliación, debería haber salido reforzada al finalizar ésta con éxito y despejarse la incertidumbre que pesaba en el valor y lo normal habría sido que, como consecuencia de ello, el valor de la compañía se hubiese incrementado: ¡Qué venga Dios y lo vea!
Espero y deseo que los pequeños accionistas que hayan permanecido en el valor vean recompensada su tenacidad, que en muchos casos podría haber llegado a la frontera de la contumacia si el mercado no terminase poniendo las cosas en su sitio.
Yo, personalmente y siguiendo los dictados de la lógica, habida cuenta que DIA ahora tiene un dueño que según los medios ha conseguido el trofeo pagando un precio medio de 0,28 euros/ título, solo puedo concluir que la revalorización de las acciones de DIA debería estar a la vuelta de la esquina, y que algún día, con la fina gestión del nuevo equipo gestor de alto perfil y conocedor del mercado de la distribución, la compañía recuperará valor, pero nunca el tiempo perdido.
En fin, paciencia y recurramos a uno de los más viejos proverbios españoles: “Zamora no se ganó en una hora…” (ni en siete meses de asedio).
NOTA: desconozco como los medios han sido capaces de estimar que el precio de adquisición de LetterOne ha sido de 0,28 euros/títulos, pues pienso que solo Dios y quizá su nuevo propietario, siempre y cuando haya llevado una buena contabilidad de sus movimientos en bolsa, puedan conocer el valor del mismo.
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