Jose S. Lizán, gestor de SICAVs de Auriga SV, aseguraba ayer en un evento de trading celebrado en Madrid que esta próxima primavera podríamos asistir a una gran oleada de ventas en el mercado de bonos. Una idea que nos vuelve a la cabeza al leer el último informe publicado por Nomura esta mañana, en el que los expertos de la entidad japonesa se preguntan qué consecuencias podría tener para dicho mercado las medidas de relajación cuantitativa dictadas por el Banco Central Europeo (BCE).
Su línea de argumento central afirma que la extensión del programa podría acelerar la salida de bonos en divisa extranjera de la zona euro. Una extensión que, sin embargo, no está clara tras el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos y que dota a la reunión que el organismo celebrará el próximo día 8 de una importante dosis de incertidumbre. Además, apostillan que, si la respuesta fuera todavía más contundente, se podría ralentizar el nivel de inversión por parte de los inversores de la región.
“En una situación normal, sería una noticia positiva para el euro, pero si tenemos en cuenta que la correlación riesgo/sentimiento habitual se ha visto alterada, entonces nos enfrentaríamos a una situación de riesgo para el sentimiento global y, por consiguiente, negativa para la moneda común europea. En estas circunstancias, los riesgos de revaloración del euro a medio plazo estarán limitados, incluso si una postura más agresiva por parte del BCE debilita la salida de bonos extranjeros”, afirman.
Nomura espera que el BCE extienda su programa de compra de activos durante otros seis meses, sin reducir el ritmo de las compras mensuales; una situación que ejercería presión sobre la rentabilidad de la zona euro y los diferenciales periféricos, pero que apoyaría un sentimiento de riesgo. La decisión de comprar más bonos periféricos aceleraría la inversión en bonos en moneda extranjera al mejorarse la aversión al riesgo. No sucedería lo mismo, por el contrario, si el BCE decide dar un paso atrás, “en ese caso, se ampliarían los spreads periféricos y dicha aversión aumentaría”.
No podemos olvidarnos, además, de la delicada situación política que atraviesa Europa y que escribirá su próximo capítulo este domingo en Italia. “Si las preocupaciones por esta situación van a más, una decisión agresiva por parte del BCE afectaría al sentimiento inversor”.
A Daniel Pingarrón, responsable de Estrategia y Desarrollo de IG, también le gustaría pensar que el BCE extenderá su actual programa de compras, aunque cree que con una reducción en el tamaño de las mismas. De ser así, se evitaría un estallido de la burbuja en el mercado de bonos.
Todo lo bueno llega a su fin
De momento, aguantamos el tirón gracias a la entidad monetaria europea, pero nada es eterno y todo lo bueno tiene un final, por lo que Barclays Research se pregunta qué pasará cuando el programa de compra de activos (QE) termine.
“Dicho programa, como cualquier política monetaria, trata de impulsar el crecimiento. El problema es que, al reducir la presión sobre el mercado de bonos, lo que ha conseguido ha sido relajar la política fiscal y ralentizar la aplicación de reformas estructurales, lo que al final perjudica al crecimiento futuro. Podríamos llegar al punto de que el QE se hiciera imprescindible si queremos evitar una crisis fiscal”.
Las autoridades monetarias, opina Barclays, deberían alcanzar un equilibrio que garantizase que la economía no se atasca en un punto de bajo crecimiento. El problema es que una retirada del QE pondría en peligro la solvencia soberana de la zona euro.
Por su parte UBS (SIX:UBSG) cree que, aunque no inmediatamente, sería bueno que el Consejo de Gobierno del BCE empezara a plantearse si ha llegado el momento de reducir los actuales estímulos monetarios. “Creemos que el final del programa de relajación cuantitativa podría producirse en septiembre de 2017, quizás en el trascurso de un año. No creemos, eso sí, que haya una rebaja de tipos, aunque tampoco se plantearán aumentarlos hasta después de 2019”.